miércoles, 27 de junio de 2012

El Real Madrid quiere a 'galácticos' de la arquitectura para reformar el Bernabéu


Artículo publicado por Elena G. Sevillano en EL PAIS el 22 de junio de 2012
El Real Madrid siempre había dicho que quería un arquitecto de renombre internacional para diseñar la reforma de su estadio. Ayer dio un primer paso para conseguirlo, ya que la Junta Directiva aprobó en sesión ordinaria un concurso internacional de ideas para la remodelación del Santiago Bernabéu. "El club ha reunido a los principales arquitectos del mundo, con una interesante combinación de equipos nacionales e internacionales, entre los que se encuentran Rafael Moneo, Herzog & de Meuron, Lamela, Populous, Rafael de la Hoz y Norman Foster", ha anunciado hoy el Real Madrid en una nota de prensa. 
La remodelación del estadio madridista tiene como finalidad "convertir al Santiago Bernabéu en el icono arquitectónico de Madrid y referencia internacional como instalación deportiva", añade el club. Algo que considera un "objetivo estratégico" y una "oportunidad histórica de mejorar y ampliar el estadio con una transformación profunda". Para ello quiere "contar con los mejores": El sistema de selección, añade, ha sido "transparente, riguroso y objetivo a la hora de reunir a los principales arquitectos del mundo y tras el análisis técnico realizado aplicando los criterios de capacidad, idoneidad, méritos y experiencia en infraestructuras deportivas e intervenciones urbanas".
La directiva ha seleccionado a arquitectos españoles como Rafael Moneo, último Príncipe de Asturias de arquitectura y diseñador de la ampliación del Museo del Prado y la estación AVE de Atocha. También al estudio Lamela, que ha participado en las dos remodelaciones previas del estadio, además de diseñar la ciudad deportiva de Valdebebas. Rafael de la Hoz completa la selección: entre sus obras está el Distrito C de Telefónica o la sede de Endesa, además de uno de los nuevos hospitales madrileños. 
Entre los nombres internacionales figura Norman Foster, premio Pritzker y Príncipe de Asturias, que entre otras cosas se encargó del nuevo estadio de Wembley. También Herzog & De Meuron, que proyectó y ejecutó los estadios de St. Jakob Park en Basilea, el Allianz Arena de Múnich y el Estadio Nacional de Pekín para los Juegos Olímpicos de 2008. Finalmente, el estudio Populous ha proyectado estadios en todo el mundo: el Hong Kong Stadium o el Aviva de Dublín, entre ellos. 
El Ayuntamiento de Madrid aprobó en noviembre pasado una modificación del Plan General de Urbanismo (PGOU) de la capital para permitir al Real Madrid construir un complejo de ocio de 12.250 metros de edificabilidad entre su estadio y el paseo de la Castellana en un plazo estimado de dos años. A cambio, el club cedió la Esquina del Bernabéu (ubicada entre las calles Concha Espina y Padre Damián), que se derribará para convertirla en un parque de 5.216 metros cuadrados, y cuatro parcelas en el distrito de Carabanchel.
El Real Madrid planea cubrir su estadio, construir un aparcamiento subterráneo de 600 plazas y levantar un centro de ocio. El Ayuntamiento ingresará 6,6 millones de euros en metálico por la operación a cambio de parte de la edificabilidad en el paseo de la Castellana que el Real Madrid no compensa con terrenos.

jueves, 14 de junio de 2012

La atalaya de las ondas. "Sobre el Pirulí"


Artículo publicado por Lara Otero en EL PAIS el 7 de junio de 2012

Se veía un país “confundido y feliz”. España trataba de sacudirse su polvoriento pasado desde un Madrid que perseguía febrilmente la modernidad con la movida. Víctor Manuel San José miraba fascinado elPirulí, el castizo mote que los madrileños le sacaron a Torrespaña, desde la casa de unos amigos en Fuente del Berro. “Nos parecía un platillo volante, nadie sabía lo que había dentro”, recuerda el compositor y cantante asturiano. Era otoño de 1982, el PSOE de Felipe González acababa de ganar las elecciones tras un Mundial de fútbol (catastrófico para la selección española) que sirvió de excusa para que RTVE se embarcase en la construcción del edifico más alto de Madrid: 220 metros incluida la antena. Costó 3.500 millones de pesetas (unos 22 millones de euros). Ahora, 30 años después, el país se ve “igual de confundido, pero desde luego, nada feliz”.
Víctor Manuel escribió Desde el Pirulí se ve un país unos meses después de que los Reyes inaugurasen la torre de comunicaciones junto a la M-30, el 7 de junio de 1982. Los centros de enlaces de Prado del Rey y Paseo de la Habana no garantizaban transmisiones de calidad de modo que se encargó un edificio que proporcionase la visibilidad radioeléctrica necesaria para retransmitir al resto del planeta los partidos del año de Naranjito, aquella mascota kitsch del Mundial. Y de paso, gracias al Pirulí, los barrios de Madrid que quedaban en zonas de sombra pudieron ver la tele sin problemas.
La noche del 18 de mayo de ese año, aprovechando la interrupción nocturna de las emisiones de la única televisión existente (los dos canales de Televisión Española) durante seis horas, comenzó a prestar servicio el centro nodal de comunicaciones. Luego vinieron las radios y las televisiones privadas, la telefonía móvil, el apagón analógico … Ahora el Pirulí da cobertura a todo el área metropolitana de Madrid, difunde la señal de nueve múltiplex de TDT (en total 43 canales), 15 programas de radio analógica más tres múltiplex de radio digital (12 canales).
Además presta servicios a operadores de telecomunicaciones, tanto vía satélite como terrestre (British Telecom, Ono, Orange) aunque, paradojas de la vida, ahí arriba la cobertura de los teléfonos es bastante mala. “Es que las antenas apuntan hacia abajo, que es donde normalmente está la gente”, explica con sorna el director de Torrespaña, Roque Moreno, desde la plataforma a 160 metros de altura. Calma chicha a nivel del suelo pero aquí hace mucho viento, así que nadie sale a fumar mientras contempla Madrid a sus pies y la sierra de Guadarrama enjaulada tras las cuatro torres de la Castellana, una de ellas ahora la construcción más alta de la ciudad. La cosa se pone fea cuando de verdad sopla. Unos meses después de la inauguración del Pirulí, con Mick Jagger devolviendo cierta neutralidad a la bandera rojigualda en el Vicente Calderón, la memorable tormenta durante el concierto de los Rolling Stones encendió la alarma. Aquello se movía. Mucho. “Durante mucho tiempo tenían un péndulo” en el centro de control para comprobar la oscilación: casi medio metro, explica Moreno.
Cuando se inauguró el Pirulí, él acababa de terminar los estudios de ingeniería de telecomunicaciones. Su carrera ha ido pareja a la historia de la torre: pasó de RTVE a Retevisión (en 1989, también empresa pública) y en 2003 a Abertis Telecom, su actual propietaria. Él y otras 19 personas trabajan para no ser noticia: “Si pasamos desapercibidos es que todo va bien”. Cuando algo falla se entera de inmediato toda la ciudad. El incidente más importante, un incendio en agosto de 2002, que tuvo a los madrileños tres dramáticas horas sin televisión.
Lo que no pasó desapercibida fue la construcción de la torre. Los madrileños veían cómo en solo 12 meses se levantaba un fuste de hormigón. Su arquitecto, Emilio Fernández Martínez de Velasco, recordaba años después que levantar su “obelisco funcional” estuvo “chupado”. Desde entonces, Torrespaña marca un hito en el skyline de la ciudad. “El Pirulí era un símbolo de la España que quería ser; dibujó un nuevo paisaje urbano, imponente”, comenta Víctor Manuel. Los arquitectos valoran más su significado que su diseño. “Hizo visibles los procesos invisibles, fue la imagen simbólica y cotidiana de la creciente importancia de los medios de comunicación a distancia”, dice Andrés Jaque, que contrapone la falta de diseño del Pirulí con la “brillante” arquitectura de la torre de comunicaciones de Collserola de Norman Foster en Barcelona. “son mucho más bonitas las antenas y equipos que la han ido coronando que la torre en sí misma”. “No es la torre Eiffel”, bromea el catedrático Juan Miguel Hernández León, que pese a que no le concede relevancia arquitectónica le reconoce el valor de icono. “Es un artefacto como tantos otros”, opina pero ayuda “a interpretar la ciudad”. Sin embargo Hernández no recuerda que hubiese polémica alrededor del Pirulí. “Quizá por su ubicación junto a la M-30 que no tenía la centralidad que tiene ahora”.
El icono de ese Madrid ochentero víctima de las hombreras y el caballo dio para algunas otras inspiraciones. Los Refrescos lo colocaron al nivel del oso y el madroño o la Cibeles para denunciar la falta de playa en la capital (1989), Joaquín Sabina lo usó para reclamar transparencia e imaginación (1984), Fernando García Tola le escribía al Querido Pirulísu propio programa de televisión (1988) y Pedro Almodóvar lo sacaba en Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988). Pasada esa década ilusionada en la que el país, en descripción de Víctor Manuel, andaba “descubriendo cómo es, aunque sepa muy bien lo que no quiere ser” llegaron la del desencanto, la del boom económico y la de la crisis. “Ahora ya sabemos lo que somos, pero no nos gusta lo que vemos cuando nos miramos”, remata el cantante.

TARTAS QUE NO SE COMEN. Sobre lo Kitsch en Madrid


Artículo publicado por M. José Diáz de Tuesta en EL PAIS el 9 de junio de 2012. 


Woody Allen baja de visita al infierno y un guía le va mostrando cómo es la vida allí abajo. En un momento dado el visitante se cruza con un individuo apesadumbrado al que le pregunta por qué está allí. Y su respuesta fue: “Porque soy el inventor de los muebles de metacrilato”. Esta salida que hizo fortuna (Desmontando aHarry) quizás haya que ponerla en cuarentena. No es que esté tan claro que el kitsch vuelva a nuestras vidas, si es que alguna vez se fue. Pero sí hay indicios de que estamos ante un cierto revival. Ya se sabe, el eterno retorno, en el que la crisis según alguna teoría no es del todo ajena. Con el sugerente título ¿Lo kitsch es bello?, los museos Romántico y Cerralbo han organizado un ciclo de actividades (14 de junio en el Cerralbo y 13, 20 y 27 en el del Romanticismo) en el que a través de sus piezas se analizan los orígenes de este estilo, que para unos es como nombrar (efectivamente) al demonio, hortera y friqui. Para otros tiene el valor de lo auténtico. Lo que sí queda claro es que este arte excesivo es una reacción al menos es másdel minimalismo triunfante durante tres décadas.
 La profesora de Estilos en la Escuela Madrileña de Decoración, Cristina Rodríguez Goitia, encargada de los recorridos en el Museo Cerralbo, opina que el kitsch mantiene plena vigencia. “Todos tenemos nuestro corazoncito kitsch, en el vestuario o en la decoración”, apunta de antemano. “Es el todo vale. Un estilo muy recargado en todo, sin armonía, con colores estridentes, materiales sintéticos, mezcla de estampados y uno muy utilizado ahora, el animal print. También es el gusto por el horror vacui, no dejar huecos sin llenar”. Hemos pedido a arquitectos y diseñadores que elijan un edificio de Madrid que responda a este estilo que a nadie deja indiferente desde que surgió, en el XIX, cuando la pequeña burguesía sin posibles se empeñó en imitar los gustos de la alta burguesía abaratando los costes.
La Casa de la Vieja: el rico imitando al pobre
Esta especie de cabaña, que se encuentra en el parque del Capricho, la mandó construir la duquesa de Osuna para tener una casa de pobre en su fastuoso jardín siguiendo una moda que inauguró María Antonieta en Versalles. “Con grandes excesos, es precisamente la imitación de la sencillez donde está lo kitsch. Es una visión de cómo los ricos imitan el modo de vida de los pobres. La duquesa repite pormenorizadamente todos los detalles, desde falsas rocas hasta una huerta que cultivaban primorosamente jardineros franceses. Como una aldea”, cuenta Izaskun Chinchilla. La arquitecta, firme defensora de lo kitsch, encuentra en este estilo algo de femenino. “La casita intenta ser cutre y en ese cariño por la imperfección hay una pauta femenina que ha sido muy castigada en la arquitectura oficial, frente a lo masculino que intenta conseguir una visión canónica”. Critica que este estilo cuyo manierismo visual “no es nada sencillo de lograr”, esté absolutamente infravalorado. “Y sin embargo, esos restaurantes tan blancos que han surgido en Chueca y que intentan vendernos como algo sencillo, es muy artificial. Esos espacios blancos, industriales y de otra época, requieren artificializar mucho las cosas, lo cual es un componente kitsch”. Entre las virtudes de este estilo reivindica que prolongue la esencia barroca, “que es la celebración de la vida en el arte”.
Sede de la SGAE: una tarta manchega
El palacio Longoria, la sede de la SGAE, en Fernando VI, del arquitecto José Grasés Riera, por encargo del financiero Javier González Longoria, es “el colmo de la apariencia” para el director artístico de cine Antxón Gómez. “Es pura decoración, puro maquillaje. Se le ha asociado al modernismo, pero es la parte más frívola del modernismo que tiene cosas más profundas que tienen que ver con la arquitectura”. Para él, este edificio se queda en la decoración, “es como una tarta vienesa. La reproducción más burda de algo mejor”. Aun así, el director artístico no lo derribaría. “Soy partidario de conservar casi todo. Los que nos dedicamos al cine siempre buscamos vestigios del pasado y es sorprendente lo poco que conservamos. En España hay obsesión por borrar las huellas del pasado y es una equivocación”.
Edificio España: un rascacielos manchego
Este edificio levantado por los hermanos Otamendi en 1953, que predomina en la plaza de España, fue ensalzado dentro de la retórica del franquismo como el más alto de España y Europa. Sin embargo, el arquitecto Luis Fernández Galiano opina que es como una caricatura. “Es el más camp y el más feo de los edificios de Madrid, un neobarroco hecho con poquísimo acierto”, critica sin concesiones, “pero con el que tenemos una relación sentimental”. Ahí radica su concepción de lo kitsch:algo pasado de moda, de mal gusto, un concepto elusivo, casi oximorónico como de amor odio, “pero que casi en contra de nuestro juicio intelectual lo amamos”. Este rascacielos, continúa, no llega a ser un Eurobuilding neoyorquino, “es pomposo, con ese esfuerzo por evocar la gran arquitectura americana, pero revestida de un ropaje historicista inapropiado. Tiene una condición casi rural, resulta un híbrido atroz, un rascacielos manchego”.
Palacio de Cibeles: pasado de rosca
A Teresa Sapey siempre le chocó ese edificio de Antonio Palacios, tan teatral y fuera de contexto: “Es como un neomodernismo entre catalán y de Otto Wagner, único, y en Madrid no pega. Es tan grande, tan mazacote que tiene algo de tarta de cumpleaños. Es verdad que puede tener algo de mal gusto, pero yo más diría fuera de escala”. La arquitecta es una entusiasta de lo kitsch, “por su personalidad, porque cuenta una historia, por su punto divertido, por lo irónico y porque tiene algo de elegante, chic and cheap”. En el campo de la arquitectura no duda un instante en señalar a Santiago Calatrava como el rey absoluto del kitsch con su Ciudad de las Artes y las Ciencias en Valencia. “Es algo disney, hollywoodiano, no se sabe si son uñas de dinosaurio o tornillos macroscópicos”, señala. Por eso, deduce que la arquitectura kitsch nunca es discreta. “Siempre está pasada de rosca”.
Centro Comercial Plaza Norte 2: como cementerios
El diseñador Carlos Díez dice que para él lo kitsch es algo hortera, feo. Y en este apartado incluye a todos los centros comerciales del mundo “Son el summum de lo hortera y me parecen un poco como cementerios”, apunta. A esta exageradísima construcción del siglo XXI, cuya gran cúpula sobresale en el extrarradio madrileño, no le ve ningún encanto. “No le encuentro nada positivo, con ese abigarramiento, me aturde y cómo la gente compra. No solo es una cuestión estética, sino también algo ético”.
Florida Park: cuestión de carácter
El bloguero y arquitecto Edgar González dice que el kitsch que de verdad es hermoso es porque tiene autenticidad y carácter, algo muy difícil de crear. “Y en esta pequeña sala de fiestas en el Retiro más que por fuera, que no es nada, es su atmósfera. Tiene que ver con lo auténtico, no quiere ser una cosa que no es, no tiene más aspiración”. En este sentido, cita como ejemplo “forzado”, que pretende serlo, el restaurante Ramses, de Philippe Starck, en la plaza de la Independencia: “Quiere serkitsch y por eso lo pierde”. La vuelta a este estilo, afirma, quizás tenga que ver con la nostalgia. “El futuro en el kitsch no existe, siempre mira atrás. Y trasladándolo a la actualidad me habla un poco de esa falta de referencias, estamos tan perdidos que buscamos en otras épocas”.

martes, 5 de junio de 2012

Ciclo de conferencias "Arquitectos sin Arquitectura": Álvaro Sevilla


Se celebra el miércoles 6 de junio a las 20.00 h  la última charla de "Arquitectos sin Arquitectura",  con Álvaro Sevilla, arquitecto de formación e investigador I+D+i de profesión, dentro del ciclo de conferencias "Arquitectos Sin Arquitectura" organizado por la UEM y comisariado por Ramiro Losadamiembro de Studio Banana, Álvaro Guinea e Irma Coello. ¡Les esperamos! 




madrid tiene un plan?


Artículo publicado por M José Díaz de Tuesta en EL PAIS el 1 de junio de 2012
La iniciativa de adelantarse a los tiempos, con la mirada puesta en el medio plazo, y definir el Madrid del siglo XXI surgió con el anterior equipo del Ayuntamiento de Madrid, con Alberto Ruiz-Gallardón a la cabeza. En 2009 convocó un concurso para elaborar el Proyecto Madrid Centro (PMC), que ganó un equipo multidisciplinar (sociólogos, economistas, juristas...) dirigido por los arquitectos José María Ezquiaga (autor de la prolongación de Castellana y Premio Nacional de Urbanismo), Juan Herreros (autor del museo Edvard Munch, de Oslo) y Salvador Pérez Arroyo (Nuevo Teatro de Ópera en Lago Mayor de Italia). Tres años después, este proyecto innovador y, en algunos aspectos revolucionario, en el que han colaborado hasta 50 expertos (Ariadna Cantis, Juan Fisac, Belinda Tato o Eva Hurtado) ha recibido el prestigioso galardón en la Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU) en la categoría de Trabajos de Investigación, en la que competía con otros 70 proyectos internacionales. Además, ha sido seleccionado para representar a España en el Premio Europeo de Urbanismo.
 Sin embargo, a pesar del aval internacional y de constituir una “excelente hoja de ruta”, según Gallardón, para inspirar el próximo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), parece que ha entrado en dique seco. Precisamente cuando el equipo de Ana Botella se ha propuesto como uno de sus proyectos estrella la revisión del plan que sustituirá al vigente de 1997. “Es el momento para que entre todos pensemos la ciudad del futuro”, declaró Botella hace unos meses. Y el día que se conoció el premio, el Ayuntamiento lo celebró en una nota de prensa. Sin embargo, el equipo redactor del documento tiene la sensación de que no se cuenta con él. “No estamos interviniendo en nada, salvo participar en una mesa sectorial entre unos cuantos colectivos más”, asegura Ezquiaga.
“Es uno más de los muchos documentos de cabecera, pero no el único”, afirma José Luis Infanzón, director del Plan General de Ordenación Urbana. Según este arquitecto, el Proyecto Madrid Centro es un plan estratégico, incluye propuestas de carácter general: “Es un banco de ideas, mientras que el PGOU tiene que concretar más y abarca un área mayor que el de Madrid Centro”. Subraya que el documento encargado al equipo externo “es un proyecto del Ayuntamiento que lo ha hecho suyo, pero el PGOU lo está desarrollando un equipo interno del Ayuntamiento que tiene expertos y urbanistas muy capaces para evaluar qué proyectos desarrollar y cuáles no”.
En plena resaca de la burbuja inmobiliaria, reinventar Madrid y colocarla en el circuito internacional (junto a Londres ya consolidada o París en claro resurgimiento) es el principio que atraviesa el Plan Madrid Centro. Otro es trabajar sobre la ciudad ya existente. “Apostamos por el reciclaje entendido tanto en sentido material como intelectual. Utilizar los entramados del pasado, pero con libertad”, explica Ezquiaga. Es más innovador trabajar en el Centro que en San Chinarro, opina Herreros. “La idea más ambiciosa es que, frente a lo difícil que resulta a una ciudad como Madrid ser novedosa trabajando sobre nueva planta, repitiendo modelos agotados, se puede ser mucho más innovador y vanguardista trabajando sobre lo ya existente”.

Pérez Arroyo, que se centra en el aspecto económico, habla de la necesidad de repensar la densidad. “Madrid es de baja intensidad en el extrarradio, muy antieconómico, como el modelo de Esperanza Aguirre que solo permite cuatro alturas. Hay que repensar cómo crece la ciudad. En muchos lugares, como el Ensanche, la Ciudad Universitaria, la salida hacia Azca... hay grandes espacios que deben ser reconsiderados, buscando ciudades rentables desde el punto de vista energético”.
La superficie sobre el que trabaja el Proyecto Madrid Centro (el interior de la M30) es de 50,7 kilómetros cuadrados sobre 606 que ocupa todo el municipio de Madrid, y afecta a 1,075 millones de habitantes sobre un conjunto de 3,238 millones. Plantea la ciudad en distintos ejes que formarían una malla urbana: cultural, del conocimiento, verde...
Para empezar, propone una nueva organización de la ciudad a partir de agrupaciones de varias manzanas, de forma que el tráfico de paso circule por el perímetro dejando las calles interiores para residentes. Es una vuelta a la idea anglosajona de la unidad vecinal, donde alrededor de un colegio o la parada de metro se organizan las viviendas. “Parece muy innovador pero solo porque se ha perdido la memoria histórica”, dice Pérez Arroyo. “Se trata de crear comunidades más pequeñas que comparten servicios”. Este esquema se puede aplicar, por ejemplo, al área que comprende las calles de Serrano, Ortega y Gasset , Velázquez y Goya. Su interior, para los residentes, estaría formado por calles tranquilas, según las denominan los ciclistas.
Hablando de bicis, un itinerario muy apropiado para ellas es uno de los ejes verdes, que a su vez se integra en la idea de naturalización de la ciudad. Se parte del río, que ya está hecho y es la columna vertebral de Madrid. El eje más espectacular sería el que arranca en el Parque del Oeste y sigue por Vallehermoso, Canal de Isabel II, Colina de los Chopos (que incluye una operación de ordenar ese espacio desaprovechado para el público), parque de Berlín y M-30 este. Esas manchas verdes que ya existen se enlazan por franjas de ciudad más peatonales, con verde hasta en las fachadas y huertos en las azoteas. “Como si la naturaleza de la Casa de Campo invadiera la ciudad y recuperara su dominio”.
Y donde sea posible, generar actividades creativas, innovadoras y no convencionales. Se trataría de crear nuevos espacios para la innovación. Hibridar la ciudad universitaria con la implantación de empresas punteras. Un ejemplo, a la salida de la universidad y enfrente de las oficinas de Hewlett Packard. “Así se lanzaría la universidad a un nivel productivo muy importante”, destaca el equipo redactor. Todo esto unido al factor conocimiento que equivale hoy a las materias primas en otros siglos. “No todos los diseñadores están en Milán, ni todos los informáticos han nacido en Silicon Valley, y Madrid tiene una calidad espacial importante”, destaca Herreros.
El eje del Conocimiento apela al valor de lo intangible. Se da mucha importancia al valor económico de las ideas, “solo hace falta mirar Facebook”. Y Madrid, consideran, es una ciudad con una enorme capacidad para recibir ideas vanguardistas. Pero requiere importantes cambios: el principal, una normativa más flexible. Propone tres polos, en torno a Ciudad Universitaria, Colina de los Chopos (donde se ubican la Escuela de Ingenieros Industriales, el Museo de Ciencias Naturales, el CSIC y la Residencia de Estudiantes) y el entorno de Méndez Alvaro-Abroñigal.
Cuando se habla del eje cultural, siempre se habla de la milla de los museos. “Pero existen excelentes posibilidades al sur, con Caixa Fòrum, La Casa Encendida, Tabacalera y el Price, y Matadero”, dice Ezquiaga. “Un eje que empieza en la cultura establecida y acaba en la innovación. Y que anima a la aparición de nuevos espacios de arte, como Media Lab, generando itinerarios que producen cultura. Y en Arganzuela hay una concentración de espacios de oportunidad”.
¿Y qué hacer con los edificios en mal estado? Reciclar. Una reutilización creativa de las construcciones existentes: transformar para conservar. “Es una bendición que, al no haber dinero, se haya podido hacer una rehabilitación modélica en Matadero”, ironizan. El plan contempla el reciclaje de los barrios de Lavapiés, Tetuán y Valdeacederas, toda la trasera de Bravo Murillo y a pocos metros de la Castellana y la Plaza de Castilla. Zonas privilegiadas por su situación, pero deterioradas, donde se concentra el mayor número de inmigrantes y que en muchos aspectos es —aún— una “bolsa de vivienda tercermundista”.