viernes, 26 de agosto de 2011

El Madrid Río de la República

Artículo de PATRICIA GOSÁLVEZ publicado en EL PAIS - Madrid - 11/07/2011.

La fiesta inaugural de la reforma del río Manzanares fue "solemne". "Todo Madrid desfiló por aquel delicioso lugar, que ha de ser el predilecto de cuantos, por deberes o por gusto, se vean sujetos a pasar en Madrid los caliginososos días de estío". Así lo contó Abc,pero no hace unas semanas, sino hace exactamente 79 años y un día. El 10 de julio de 1932 abrió La Isla, el Madrid Río de la República. Todo está inventado.

A principios del siglo XX la ciudad volvió a mirar al río que tenía olvidado. Entre 1914 y 1925 se hizo la primera canalización y en 1930 un ambicioso Plan General quiso equiparlo para el pueblo. En un embalse de la Casa de Campo se construyó la primera playa artificial de España y río abajo, en una isla a la altura del puente del Rey, se proyectó la piscina más hermosa de la ciudad.
Luis Gutiérrez Soto diseñó el edificio con aire marinero. Parecía un barco, con piscinas a proa y popa y una cubierta en el interior. Gimnasio, restaurante, solarium, sala de fiestas... Era un proyecto privado pero popular (hay fotos con hordas de bañistas en anticuados trajes de baño entonces modernísimos). Respondía al ímpetu republicano por dotar a las masas con espacios para el deporte, la higiene y el contacto con la naturaleza. "El ritmo veloz, absorbente y dinámico de la vida moderna exige estos paréntesis", explicaba la revista AC, biblia de la modernidad. "Las autoridades deben recoger este deseo del pueblo y tienen el deber de crear zonas dedicadas al reposo y a la vida al aire libre antes de que el crecimiento de la ciudad lo haga imposible".
La piscina estaba construida sobre una isla (300 metros por 20) que siempre existió en el cauce del río. Aparece en el plano de Texeira de 1656 y en las fotos aéreas de cuatro siglos más tarde. Sin embargo, a partir de 1956 la isla ya no está. Desapareció durante las segundas obras de canalización del río; era un obstáculo para el nuevo sistema de esclusas. Lo que no pudo destruir la guerra (aunque las bombas dañaron el edificio), se lo llevó el progreso.
Algo queda sin embargo. Su recuerdo está en el libro Arquitecturas Perdidas. "Fue una joya arquitectónica demolida sin remilgos", se lamenta el arquitecto Juan Casariego, uno de sus autores. "Un edificio limpio, honesto, funcional y romántico que dotaba a la ciudad de lo que, a pesar de Madrid Río, aún le falta, un buen lugar donde bañarse". Fue en este libro donde el pintor Damián Flores encontró la foto que abre este reportaje. Apasionado retratista de la arquitectura racionalista, Flores hizo un cuadro de la imagen con un inquietante cielo tormentoso, "como de mar de invierno". "Ya en la imagen original hay un aire poético", dice. "Es esa nostalgia de una piscina sin gente". O de una gente sin piscina.






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