martes, 17 de diciembre de 2013

Actividades EAT en Nuevos Ministerior. Presentación Cátedra Manuel de las Casas, exposición, automatol...

la Escuela de Arquitectura de Toledo de la Universidad de Castilla la Mancha, organiza las  siguientes actividades  en la sala Arquerías del Ministerio de Fomento de Madrid, lugar mítico centro de la cultura arquitectónica española.

Será el jueves 19 de diciembre

Desde las 7h de la tarde:

1. Presentación de la nueva Cátedra Manuel de las Casasfruto del convenio de colaboración entre la UCLM y la Fundación LAFARGE España. En esta ocasión Manolo nos contará la primera casa que hizo en Talavera y que es una obra maestra desconocida, aunque seguro que no para vosotros.

2. Inauguración exposición eaT, con trabajos de la Escuela entre los que os sorprenderá ver una exposición de mobiliario, impresionante.

3automatol: Primer caminante artificial hecho por una escuela de arquitectura junto con la escuela de ingenieros industriales de ciudad real de 3 metros de altura que se adelantará a la cabalgata de reyes.

Fantástico!

lunes, 9 de diciembre de 2013

“Bauhaus, 1919 Modelo para Armar” Gonzalo Elvira en My Name's Lolita

“Bauhaus, 1919 Modelo para Armar” es un proyecto expositivo de Gonzalo Elvira (Neuquén, Argentina,1971) en el que pretende contextualizar la escuela Bauhaus, fundada durante la República de Weimar en 1919. El artista ha querido centrar su atención en dos monumentos: el realizado por Gropius a los trabajadores asesinados durante el golpe de estado de Kapp en 1922 y la creación de Mies Van der Rohe a la figuras de Rosa Luxemburgo y Karl Liebneckt en el cementerio de Berlín en 1926. Además, se podrán ver otras interpretaciones, como el papel de la mujer dentro de la Bauhaus, el taller de fotografía y cómo algunos de los artistas de este movimiento terminaron viajando a Argentina e influenciando el arte de este país. Elvira ha realizado exposiciones tanto en España como en Argentina, algunas de sus obras se encuentran en museos y fundaciones y desde el año 2007 ejerce la tarea de docente en su estudio-laboratorio Obra Door y en otros estudios privados. Así que aprovecha y conoce otra visión de este movimiento que tanta repercusión ha tenido en el arte y el diseño.

My Name's Lolita
c/ Almadén, 12 Madrid



martes, 3 de diciembre de 2013

"Dédalos en el laberinto, la imagen del arquitecto en la historia del arte" conferencia de Adolfo de Mingo en EAuclmT

La Escuela de Arquitectura de Toledo, desde la Cátedra Miguel Fisac, fruto del convenio de colaboración entre la UCLM y la Fundación LAFARGE España, organiza



La conferencia que impartirá Adolfo de Mingo titulada "Dédalos en el laberinto, la imagen del arquitecto en la historia del arte" dentro del espacio “zona franca” el miércoles 3 de diciembre, a las 13:30 h., en el edificio 21 del campus tecnológico de la Fábrica de Armas de Toledo.





Adolfo de Mingo Lorente estudió Historia del Arte en la Universidad Complutense y Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid. Durante los últimos quince años ha trabajado como periodista cultural, tarea que ha simultaneado con sus investigaciones sobre historia de la arquitectura en el siglo XVIII. Ha colaborado con instituciones como el Arzobispado de Toledo y el Consorcio de la Ciudad de Toledo en diversos proyectos de restauración de edificios monumentales, entre ellos la sede de la antigua Universidad de Santa Catalina. Ha sido biógrafo de arquitectos del siglo XVIII como Ignacio Haan, Blas Cesáreo Martín y José Miguel de Toraya, todos ellos vinculados a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En la actualidad dedica a este campo su doctorado en Historia del Arte por la Universidad de Castilla-La Mancha. Entre sus últimas publicaciones destacan El monumento de Semana Santa de la Catedral de Toledo (Consorcio, 2012) y El Greco en el cine (Celya, 2013), escrito con Palma Martínez-Burgos.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Arquitectos españoles del siglo XX en la BNE. Donaciones

Noticia publicada en bcn.es

Esta exposición presenta planos procedentes de los estudios de diecinueve arquitectos españoles activos durante el siglo XX. Todos esos planos han llegado a la Biblioteca Nacional de España por vía de donación y hoy forman parte del rico fondo de dibujos de arquitectura y ornamentación con el que cuenta nuestro Servicio de Dibujos y Grabados en el Departamento de Bellas Artes y Cartografía.

Las donaciones más importantes incluyen prácticamente completa la producción de Secundino Zuazo Ugalde y una muestra significativa de la obra de Antonio Fernández Alba y Joan Margarit i Consarnau,arquitectos cuya vocación por la escritura los hace también merecedores de un lugar importante entre los fondos propiamente bibliográficos de esta casa. Además, figuran en la exposición los planos de otros arquitectos que ingresaron en la Biblioteca Nacional por la generosa donación del mismo Antonio Fernández Alba, entre los cuales se encuentran Aizpurúa, Bidagor, los hermanos Borobio (Regino y José), Chueca, Corrales, Fernández del Amo, Fernández Balbuena (Roberto), Fernández-Shaw, Fernández Vallespin, Ferrero(Francisco Javier), Fisac, Gutiérrez Soto, Moya Blanco y Vaquero Palacios.
Los planos seleccionados por el comisario de la exposición, Pedro Moleón Gavilanes, ofrecen una visión abierta de la capacidad de formalización que cada uno de esos arquitectos lleva a su obra, de los variados asuntos que desarrollan en sus proyectos y de los diferentes modos de expresión gráfica con que los representan. Así, el dibujo de la arquitectura trasciende su función meramente instrumental y se entiende aquí también como un fin en sí mismo, como resultado que explica y expresa ideas, muestra y demuestra contenidos, anticipa y aprehende el efecto de la obra.


Ver noticia en bcn.es

Una ciudad rendida al arte

Artículo publicado en EL PAIS por VIRGINIA COLLERA, el 2 de diciembre de 2013
"Una ciudad rendida al arte"
Para el artista Mateo Maté los museos madrileños son una extensión de su casa y, a partir del 22 de noviembre, algunos de esos centros que visita desde que era un niño -el Museo Lázaro Galdiano, el Museo Nacional de Artes Decorativas, el Museo de la Biblioteca Nacional, el Museo del Romanticismo y el Museo Cerralbo- le permitirán entrometerse en sus colecciones para escenificar El eterno retorno, un proyecto por el que instalará una obra en cada uno de ellos. Esta exposición dispersa nos servirá para conocer y/o revisitar la obra de Maté, un creador interesado en conocer sus geografías más próximas -ha realizado mapas reales de su cama y sobrevolado con un avión con microcámara mesas de trabajo propias y ajenas-, pero, además, nos ofrecerá un buen pretexto para visitar secundarios del circuito artístico de la capital.
El recorrido puede comenzar -en realidad, el orden no importa- en la sala de armas delMuseo Lázaro Galdiano, donde Maté ha colocado Delirios de grandeza, un peculiar escudo fabricado con una paella, dos escobas y dos fregonas. Antes de dar por terminada la visita conviene admirar las obras maestras reunidas por el coleccionista José Lázaro Galdiano, entre ellas El aquelarre de Goya, Cabeza de muchacha de Velázquez, San Francisco en éxtasis de El Greco o El camino de East Bergholt a Flatfordde Constable. En el Museo Nacional de Artes Decorativas, una institución que busca que comprendamos -y valoremos- mejor los objetos cotidianos, el madrileño instalaráViajo para conocer tu geografía, una pieza compuesta por una cama, un despertador y un vídeo que convivirá con porcelanas de Limoges, colgantes renacentistas y abanicos orientales. Para detenerse a estudiar la orografía de Arqueología del saber, una montaña de periódicos en la que Maté se interroga sobre la memoria, la información y los conocimientos que adquirimos cada día, tendremos que desplazarnos hasta elMuseo de la Biblioteca Nacional, donde hasta el 26 de enero permanecerá abierta la exposición temporal Arquitectos españoles del siglo XX , lo que nos permitirá asomarnos a los planos de profesionales como Secundino Zuazo, Miguel Fisac, Antonio Fernández Alba o Joan Margarit i Consarnau.
El Museo de Artes Decorativas, en Madrid. / ALFREDO ARIAS
Seguimos el recorrido por algunas de las más interesantes exposiciones madrileñas. En su cuaderno, la joven Tomasa Bretón de los Herreros atesoró 36 poesías manuscritas y 17 dibujos que le dedicaron su marido, el poeta Manuel Bretón de los Herreros, Julián Romea o el duque de Rivas, entre otros. Ese álbum de señoritas -un artefacto muy común en el siglo XIX- es la pieza del mes en el Museo del Romanticismo y con ella compartirá protagonismo Shipwreck , de Maté, una pintura romántica, al menos en su origen, que el artista ha convertido en una obra surrealista (y política). Puede recorrerse el resto del edificio de 1776 escuchando las playlists pop-rockmánticas creadas por el equipo del museo y, antes de abandonarlo, tomar un té y probar la tarta del día -la de zanahoria es una apuesta segura- en el Café del Jardín.
Al llegar al Museo Cerralbo nos encontraremos con una alfombra que nos indicará las coordenadas exactas del punto geográfico en el que nos hallamos, una pieza reciente de Maté que dejaremos atrás para adentrarnos en la exposición Toilette. La higiene a finales del siglo XIX, que repasa ese fin de siècle en el que aparecieron las primeras marcas cosméticas y los salones de belleza. Terminado (o no) el recorrido, se puede reponer fuerzas en el barrio Conde Duque, que en los últimos meses ha visto ampliada su oferta gastronómica con propuestas como la de Crumb, restaurante de sándwiches de autor elaborados con pan de masa madre tan tentadores como el de sardinas al sumak con tapenade, el de roast beef oriental o el de carrilleras con queso de tetilla; la de la taberna La Lata de Sardinas, donde pueden degustarse platos con un punto innovador como la hamburguesa de rabo de buey o las gyozas japonesas con salsa brava; o la del recién llegado desde Barcelona Café Federal, donde puede empezarse temprano el día con un café, croissants, tostadas de pan de centeno con aguacate, lima y cilantro o una morning burger, y terminarse con un mojito Sailor -la cocina no cierra-.
Mateo Maté ha intervenido en cinco de los museos que marcaron su niñez, y el artista Miguel Ángel Blanco se ha consagrado a uno: el Museo del Prado. Desde el 19 de noviembre el visitante se topará con Historias Naturales, un proyecto que perturbará la calma de la colección permanente de la pinacoteca con la instalación de 150 cuerpos extraños: los animales, minerales y vegetales que Blanco ha seleccionado minuciosamente durante tres años de trabajo. Por ejemplo, a los pies de La osa hormiguera de su majestad de Goya veremos el esqueleto de un oso hormiguero, junto a Las Meninas de Velázquez, un gorrión albino. Todo esto para recordarnos, ahora, que se celebra el 194º aniversario de la inauguración del centro, que en sus orígenes el Museo del Prado fue concebido como un Gabinete de Ciencias Naturales por Carlos III. Otra alternativa es visitar Velázquez y la familia de Felipe IV, exposición que por primera vez analiza la faceta de retratista cortesano de Velázquez. La muestra quiere enfrentar al espectador con uno de los momentos más brillantes de la trayectoria del pintor español y, también, con un excepcional álbum de familia: 26 de los 30 cuadros de la exposición son retratos del monarca -quizás el rey con mayor conocimiento en pintura que haya conocido la Historia, señalan en el Prado-, su mujer, Mariana de Austria, y sus hijos, las infantas María Teresa -retratada desde los tres años hasta los 15, cuando parte a Viena para contraer matrimonio con el emperador-, Margarita, Felipe Próspero y Carlos II.

Un espíritu de rebelión

Con El surrealismo y el sueño, una de las exposiciones de la temporada, el Museo Thyssen reivindica estar explorando un territorio en el que se ha indagado poco: se han organizado incontables muestras en torno al movimiento, pero hasta ahora, repiten, no se había prestado demasiada atención a esos sueños que sirvieron a los surrealistas para rebelarse contra un mundo que, a su entender, estaba mal hecho. El arte de la conversación de Magritte, Ojos cerrados de Odilon Redon, Treinta y tres chiquillas salen a cazar la mariposa blanca de Max Ernst -quien en un texto de 1934 rebatió el tópico de que los surrealistas se limitaban a "copiar" sus sueños en las obras- o Desnuda dormidade Dorothea Tanning son tan solo cuatro de las 163 obras y siete vídeo-instalaciones que integran la exposición. Si lo que se busca es una visita a la colección permanente y, además, el tiempo es escaso, la solución puede estar en el libro Thyssen#140, guía esencial del museo firmada por su director artístico, Guillermo Solana. Hace unos meses Solana se autoimpuso el reto de convertir Twitter en un aula virtual para repasar las mejores obras de los fondos del Thyssen en breves 140 caracteres y la hazaña le ha valido un premio al mejor tuitero cultural en los Tweet Awards 2013.
'Plaza (Madrid)', obra de Juan Muñoz de 1996, que forma parte de la colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid.
Si en cambio lo que se prefiere es seguir indagando en el surrealismo, lo mejor es dirigirse a la Fundación Juan March para conocer los antecedentes del movimiento en Surrealistas antes del surrealismo, una exposición para la que se han reunido 200 dibujos, estampas y fotografías fechadas entre mediados del siglo XV y 1945 -hay obras de Alberto Durero, Paul Klee, Man Ray...- y que remite a otra legendaria muestra que ha hecho las veces de inspiración y modelo: Fantastic Art, Dada, Surrealism, en la que en 1936 el fundador del MoMA, Alfred H. Barr, enfrentó obras de artistas contemporáneos con trabajos de Arcimboldo, Piranesi o Goya para proporcionar al surrealismo "un árbol genealógico histórico".
La mayoría de las obras de la exposición Mínima resistencia. Entre el tardofranquismo y la globalización: prácticas artísticas durante las décadas de los ochenta y noventa se exponen por primera vez en las salas del Museo Reina Sofía. Ese es, por sí solo, un buen reclamo para visitar esta muestra comisariada por Manuel Borja-Villel, director del centro, junto a Rosario Peiró y Beatriz Herráez. En ella podremos ver piezas de una larga lista de artistas tan diversos como Candida Höfer, Cindy Sherman, Marlene Dumas, Raymond Pettibon, Fischli & Weiss, Pepe Espaliú, Guerrilla Girls, Pedro G. Romero... ¿El segundo reclamo? En esas dos décadas de los ochenta y los noventa se sentaron las bases del momento artístico actual, así que la visita nos permitirá entender de dónde venimos, dónde estamos y quizás también vislumbrar hacia dónde vamos. Al salir, merece la pena pasarse por La Central del Reina Sofía: tienen una cuidada selección de libros de arte y de vez en cuando hacen ventas especiales de catálogos del museo -informan puntualmente en su perfil de Facebook-.
El multiespacio La Fábrica, en Madrid. / ALFREDO ARIAS
Cerca del Reina Sofía está el renovado espacio de La Fábrica, donde se puede seguir hojeando libros -los de su propia editorial o de otras casas ilustres como Taschen o Phaidon; presumen de un fondo de más de 2.000 títulos-, visitar exposiciones en su galería -a partir del 22 de noviembre, Celebrities de la fotógrafa estadounidense Mary Ellen Mark-, comprar flores frescas u objetos de autor -joyas de porcelana de Andrés Gallardo, cámaras lomo, chocolates artesanos...- en su tienda de creadores y desayunar, comer, merendar o cenar en su bistró de carta mediterránea. Aunque, en realidad, lo ideal sería reservar la cena para otra propuesta interesante y cercana: la Vinoteca Moratín. ¿Sus grandes éxitos? El salmón marinado, el steak tartar y el mi-cuitde rape.

Conferencias ETSAM.


Posted: 29 Nov 2013 04:39 AM PST
Posted: 29 Nov 2013 04:34 AM PST
Posted: 29 Nov 2013 04:28 AM PST

martes, 26 de noviembre de 2013

"Descenso a las entrañas de Madrid"

"Descenso a las entrañas de Madrid"

Artículo publicado por RAFAEL FRAGUAS en EL PAIS el 22 de noviembre de 2013

Pocas personas conocen que Madrid fue edificado sobre siete colinas. Desde hace un milenio y hasta nuestros días, permanecen perforadas por kilómetros de oscuros pasadizos, surcadas por tenebrosos túneles. De algunos se sabe hasta dónde conducen. Pero, de muchos otros, nadie parece conocer los sombríos parajes donde finalizan… si es que terminan en algún lugar. Unos son visitables; otros, simplemente visibles en sus bocas. Parecen recorrer caprichosamente el subsuelo madrileño pero en su origen, casi todos tuvieron una función práctica: refugios, prisiones, arsenales, archivos; o bien, canales de agua, cavas para vino, despensas y fresqueras para alimentos… Aunque casi todos se veían signados por una misma necesidad: la reserva que implica el secreto de algo valioso. Hasta 145 kilómetros de viajes de agua, galerías soterradas y declinantes construidas por los musulmanes a partir del siglo X, saciaron la sed de los madrileños hasta el siglo XIX, en que fueron sellados. Sus respiraderos, llamados capirotes, aún pueden verse en los parques de Fuente del Berro y Dehesa de la Villa.
Sin embargo, el imaginario colectivo de Madrid asocia muchos otros pasadizos a vías de escape de conventos, grandes palacios, embajadas o cuarteles que, en número superior a trescientos, ocuparon el centro del caserío madrileño a partir del siglo XV. Es el caso del túnel que cruzaba desde los sótanos de la casa de los Vargas, en la plaza de la Paja, hasta la Capilla del Obispo y de allí se adentraba —y aún se adentra— en los tenebrosos meandros que conducen a parajes desconocidos de las entrañas de la ciudad hacia poniente.
El mismo túnel sirvió en los años setenta del siglo XX a unos ladrones para penetrar en la cripta del bellísimo templo gótico y expoliar numerosos enterramientos bajomedievales que en su interior albergaba: cruces, espadas, cotas de malla, armaduras y otros arreos de caballeros fueron sustraídos de sus sepulturas.

Bajo el palacio, hacia el convento

Otro de los más célebres pasadizos conectaba —y conecta aún, pese a hallarse desvencijado por las obras de la plaza de Oriente— el convento de la Encarnación con el antiguo Alcázar de los Austrias, incendiado en un pavoroso incendio en la Navidad de 1734, precursor del actual Palacio Real. El esplendor de este pasadizo de amplias galerías, iluminadas con hachones impregnados de brea, fue resaltado mediado el siglo XVII por el nuncio papal Barberini, que detalló las obras de arte, rubricadas por pintores de la Corte, que decoraban sus muros. El túnel, articulado en varios codos, arrancaba de las cocinas del viejo Alcázar. Constó como pasadizo de la Encarnación en el célebre Plano de Teixeira. Servía para que el rey se desplazara en invierno a los oficios religiosos del monasterio aledaño sin salir a la calle.
Una apócrifa leyenda asegura que una parte de estas galerías permanecía inundada por el agua y servía para que, embarcado en una góndola, el lúbrico monarca Felipe IV se desplazara por ella para flirtear con una novicia enclaustrada en el cercano convento. El rey se había hecho tristemente célebre por acosar a una monjita del convento de San Plácido, que se fingió muerta para huir de su regio acosador.
Arriba, acceso a un pasadizo con salida al exterior del Campo del Moro. / BERNARDO PÉREZ
En el ala oeste del Palacio Real, sobre el Campo del Moro, cabe ver aún la trampilla de la boca de un pasadizo que unía el jardín palaciego con un escape en dirección a la Estación del Norte y la Casa de Campo. Otro gran túnel contiguo al jardín, hoy sepultado al culminar las obras de la M-30, fue empleado por José I Bonaparte para acceder al palacete de los Vargas, aún en pie junto a la puerta del Rey de la Casa de Campo. Fue este un antiguo pabellón de caza donde el monarca impostor se sentía más seguro que en palacio y holgaba con una actriz de nombradía, amante suya.
También en las inmediaciones del Palacio Real adquirió nombre un entramado de túneles situado en el ala oriental y por el cual, el rey Alfonso XII salía de incógnito a visitar la ciudad. “Quién será ese buen mozo quién será, con la capa de seda… No es el número uno ni es el número dos, es el número doce por la gracia de Dios”, cantaba la coplilla referida a las secretas salidas a la ciudad del joven y apuesto monarca. Una de las bocas de la red de pasadizos secretos palaciegos iba a parar a una estancia que, con el tiempo, sería restaurante-mesón-cava, hoy desaparecido, que adoptó el nombre de Torre-Narigües, situado en la calle del Factor.
Se sabe que a través de los túneles que perforan el subsuelo del Madrid de los Austrias, se escabullía de sus perseguidores el famoso bandolero decimonónico Luis Candelas, ex alumno del casi tricentenario Instituto San Isidro. Por cierto, en el claustro barroco de este centro docente situado en la calle de los Estudios, junto a la de Toledo, cabe ver el acceso al pasadizo donde, en una jornada de furia popular registrada en el primer tercio del siglo XIX, fueron asesinados y sepultados algunos frailes a los que se acusó de envenenar fuentes cercanas.
La política, la diplomacia y las acciones militares, apremiados siempre por el secreto, parecen convertirse en la razón de ser del empleo de muchos ámbitos subterráneos. Así, en la calle de Alcalá, en los bajos del Ministerio de Hacienda, cabe ver en el llamado pasaje de la Aduana, una puerta situada a pie de edificio. Tiene barrotes de hierro y por una honda escalera da acceso a la estancia subterránea desde donde Julián Besteiro, dirigente socialista, dirigió el mensaje en el que planteaba la rendición de las tropas del coronel Segismundo Casado al general golpista Francisco Franco, a fines de marzo de 1939. Todo el espacio ha sido cuidadamente musealizado. No lejos de ese enclave, en la Gran Vía, profundos túneles hoy cegados recorrían el subsuelo del edificio donde se hallaba la Unión Radio, precedente de la SER. Aquellos sótanos fueron elegidos para instalar una emisora clandestina de la llamada quinta columna. 

Un búnker para Franco

En la plaza de la Marina Española, en el subsuelo del lugar donde se levanta el edificio del Senado, existió una antigua galería de tiro utilizada por los militares de un cuartel decimonónico cercano. Éste se hallaba instalado junto a una casona empleada por la Inquisición hasta 1820, trufada a su vez de mazmorras soterradas.
La galería bajo el Senado fue reutilizado por Franco como búnker subterráneo durante la fase más aguda de su mandato, el año 1946, cuando Francia cerró su frontera pirenaica con España, entre otras razones por el alineamiento franquista con Hitler y Mussolini durante la Segunda Guerra Mundial y, en lo inmediato, por el entonces reciente fusilamiento de Cristino García Granda, guerrillero comunista español y maquis en Francia contra la ocupación nazi, galardonado por ello como Caballero de la Legión de Honor.Cristino había sido capturado por la policía de Franco en la calle de Magallanes y fue fusilado con varios guerrilleros más tras comparecer en un Consejo de Guerra sumarísimo. Franco temió en aquellos días que los aliados pudieran emprender alguna acción militar para derrocarle.
Por otra parte, siete plantas por debajo del Banco de España, una oscura galería en desuso aloja una discreta línea de ferrocarril conectada a los accesos a su cámara acorazada subterránea. A pocos metros en línea recta, los sótanos de la Casa de América, hace dos décadas, fueron escenario de extraños ruidos y acaecimientos sonoros que desataron especulaciones sobre viejas historias allí sepultadas.

Subterráneos bajo el Congreso

Entre los pasadizos más vistosos de Madrid destaca el que, lujosamente decorado, conecta el Palacio de Congresos con oficinas de grupos parlamentarios situadas en la antigua sede del Banco Exterior de España. El túnel cruza bajo la carrera de San Jerónimo. Gracias al pasadizo, se agiliza la profusa burocracia que el Parlamento genera. Por cierto, bajo el enorme edificio que alberga el hemiciclo, existe una trama arquitectónica subterránea de más de un centenar de columnas de ladrillo y piedra, de hasta cinco metros de altura, que perteneció al antiguo y hoy soterrado templo del Espíritu Santo.
Bomberos jubilados del cuartel de la Puerta de Toledo recuerdan que, años atrás, siempre que un aguacero descargaba sobre Madrid, acudían obligadamente a algunas bocas de alcantarillas que desaguaban al río Manzanares: casi siempre encontraban allí uno o dos cadáveres recientemente arrastrados por las poderosas corrientes subterráneas. Pertenecían a poceros sorprendidos por las riadas que, cuando el cielo jarrea sobre Madrid, recorren torrencialmente el subsuelo de la ciudad. Ellos, los poceros, son los sufridos moradores de tan sombríos espacios.