martes, 17 de diciembre de 2013

Actividades EAT en Nuevos Ministerior. Presentación Cátedra Manuel de las Casas, exposición, automatol...

la Escuela de Arquitectura de Toledo de la Universidad de Castilla la Mancha, organiza las  siguientes actividades  en la sala Arquerías del Ministerio de Fomento de Madrid, lugar mítico centro de la cultura arquitectónica española.

Será el jueves 19 de diciembre

Desde las 7h de la tarde:

1. Presentación de la nueva Cátedra Manuel de las Casasfruto del convenio de colaboración entre la UCLM y la Fundación LAFARGE España. En esta ocasión Manolo nos contará la primera casa que hizo en Talavera y que es una obra maestra desconocida, aunque seguro que no para vosotros.

2. Inauguración exposición eaT, con trabajos de la Escuela entre los que os sorprenderá ver una exposición de mobiliario, impresionante.

3automatol: Primer caminante artificial hecho por una escuela de arquitectura junto con la escuela de ingenieros industriales de ciudad real de 3 metros de altura que se adelantará a la cabalgata de reyes.

Fantástico!

lunes, 9 de diciembre de 2013

“Bauhaus, 1919 Modelo para Armar” Gonzalo Elvira en My Name's Lolita

“Bauhaus, 1919 Modelo para Armar” es un proyecto expositivo de Gonzalo Elvira (Neuquén, Argentina,1971) en el que pretende contextualizar la escuela Bauhaus, fundada durante la República de Weimar en 1919. El artista ha querido centrar su atención en dos monumentos: el realizado por Gropius a los trabajadores asesinados durante el golpe de estado de Kapp en 1922 y la creación de Mies Van der Rohe a la figuras de Rosa Luxemburgo y Karl Liebneckt en el cementerio de Berlín en 1926. Además, se podrán ver otras interpretaciones, como el papel de la mujer dentro de la Bauhaus, el taller de fotografía y cómo algunos de los artistas de este movimiento terminaron viajando a Argentina e influenciando el arte de este país. Elvira ha realizado exposiciones tanto en España como en Argentina, algunas de sus obras se encuentran en museos y fundaciones y desde el año 2007 ejerce la tarea de docente en su estudio-laboratorio Obra Door y en otros estudios privados. Así que aprovecha y conoce otra visión de este movimiento que tanta repercusión ha tenido en el arte y el diseño.

My Name's Lolita
c/ Almadén, 12 Madrid



martes, 3 de diciembre de 2013

"Dédalos en el laberinto, la imagen del arquitecto en la historia del arte" conferencia de Adolfo de Mingo en EAuclmT

La Escuela de Arquitectura de Toledo, desde la Cátedra Miguel Fisac, fruto del convenio de colaboración entre la UCLM y la Fundación LAFARGE España, organiza



La conferencia que impartirá Adolfo de Mingo titulada "Dédalos en el laberinto, la imagen del arquitecto en la historia del arte" dentro del espacio “zona franca” el miércoles 3 de diciembre, a las 13:30 h., en el edificio 21 del campus tecnológico de la Fábrica de Armas de Toledo.





Adolfo de Mingo Lorente estudió Historia del Arte en la Universidad Complutense y Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid. Durante los últimos quince años ha trabajado como periodista cultural, tarea que ha simultaneado con sus investigaciones sobre historia de la arquitectura en el siglo XVIII. Ha colaborado con instituciones como el Arzobispado de Toledo y el Consorcio de la Ciudad de Toledo en diversos proyectos de restauración de edificios monumentales, entre ellos la sede de la antigua Universidad de Santa Catalina. Ha sido biógrafo de arquitectos del siglo XVIII como Ignacio Haan, Blas Cesáreo Martín y José Miguel de Toraya, todos ellos vinculados a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En la actualidad dedica a este campo su doctorado en Historia del Arte por la Universidad de Castilla-La Mancha. Entre sus últimas publicaciones destacan El monumento de Semana Santa de la Catedral de Toledo (Consorcio, 2012) y El Greco en el cine (Celya, 2013), escrito con Palma Martínez-Burgos.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Arquitectos españoles del siglo XX en la BNE. Donaciones

Noticia publicada en bcn.es

Esta exposición presenta planos procedentes de los estudios de diecinueve arquitectos españoles activos durante el siglo XX. Todos esos planos han llegado a la Biblioteca Nacional de España por vía de donación y hoy forman parte del rico fondo de dibujos de arquitectura y ornamentación con el que cuenta nuestro Servicio de Dibujos y Grabados en el Departamento de Bellas Artes y Cartografía.

Las donaciones más importantes incluyen prácticamente completa la producción de Secundino Zuazo Ugalde y una muestra significativa de la obra de Antonio Fernández Alba y Joan Margarit i Consarnau,arquitectos cuya vocación por la escritura los hace también merecedores de un lugar importante entre los fondos propiamente bibliográficos de esta casa. Además, figuran en la exposición los planos de otros arquitectos que ingresaron en la Biblioteca Nacional por la generosa donación del mismo Antonio Fernández Alba, entre los cuales se encuentran Aizpurúa, Bidagor, los hermanos Borobio (Regino y José), Chueca, Corrales, Fernández del Amo, Fernández Balbuena (Roberto), Fernández-Shaw, Fernández Vallespin, Ferrero(Francisco Javier), Fisac, Gutiérrez Soto, Moya Blanco y Vaquero Palacios.
Los planos seleccionados por el comisario de la exposición, Pedro Moleón Gavilanes, ofrecen una visión abierta de la capacidad de formalización que cada uno de esos arquitectos lleva a su obra, de los variados asuntos que desarrollan en sus proyectos y de los diferentes modos de expresión gráfica con que los representan. Así, el dibujo de la arquitectura trasciende su función meramente instrumental y se entiende aquí también como un fin en sí mismo, como resultado que explica y expresa ideas, muestra y demuestra contenidos, anticipa y aprehende el efecto de la obra.


Ver noticia en bcn.es

Una ciudad rendida al arte

Artículo publicado en EL PAIS por VIRGINIA COLLERA, el 2 de diciembre de 2013
"Una ciudad rendida al arte"
Para el artista Mateo Maté los museos madrileños son una extensión de su casa y, a partir del 22 de noviembre, algunos de esos centros que visita desde que era un niño -el Museo Lázaro Galdiano, el Museo Nacional de Artes Decorativas, el Museo de la Biblioteca Nacional, el Museo del Romanticismo y el Museo Cerralbo- le permitirán entrometerse en sus colecciones para escenificar El eterno retorno, un proyecto por el que instalará una obra en cada uno de ellos. Esta exposición dispersa nos servirá para conocer y/o revisitar la obra de Maté, un creador interesado en conocer sus geografías más próximas -ha realizado mapas reales de su cama y sobrevolado con un avión con microcámara mesas de trabajo propias y ajenas-, pero, además, nos ofrecerá un buen pretexto para visitar secundarios del circuito artístico de la capital.
El recorrido puede comenzar -en realidad, el orden no importa- en la sala de armas delMuseo Lázaro Galdiano, donde Maté ha colocado Delirios de grandeza, un peculiar escudo fabricado con una paella, dos escobas y dos fregonas. Antes de dar por terminada la visita conviene admirar las obras maestras reunidas por el coleccionista José Lázaro Galdiano, entre ellas El aquelarre de Goya, Cabeza de muchacha de Velázquez, San Francisco en éxtasis de El Greco o El camino de East Bergholt a Flatfordde Constable. En el Museo Nacional de Artes Decorativas, una institución que busca que comprendamos -y valoremos- mejor los objetos cotidianos, el madrileño instalaráViajo para conocer tu geografía, una pieza compuesta por una cama, un despertador y un vídeo que convivirá con porcelanas de Limoges, colgantes renacentistas y abanicos orientales. Para detenerse a estudiar la orografía de Arqueología del saber, una montaña de periódicos en la que Maté se interroga sobre la memoria, la información y los conocimientos que adquirimos cada día, tendremos que desplazarnos hasta elMuseo de la Biblioteca Nacional, donde hasta el 26 de enero permanecerá abierta la exposición temporal Arquitectos españoles del siglo XX , lo que nos permitirá asomarnos a los planos de profesionales como Secundino Zuazo, Miguel Fisac, Antonio Fernández Alba o Joan Margarit i Consarnau.
El Museo de Artes Decorativas, en Madrid. / ALFREDO ARIAS
Seguimos el recorrido por algunas de las más interesantes exposiciones madrileñas. En su cuaderno, la joven Tomasa Bretón de los Herreros atesoró 36 poesías manuscritas y 17 dibujos que le dedicaron su marido, el poeta Manuel Bretón de los Herreros, Julián Romea o el duque de Rivas, entre otros. Ese álbum de señoritas -un artefacto muy común en el siglo XIX- es la pieza del mes en el Museo del Romanticismo y con ella compartirá protagonismo Shipwreck , de Maté, una pintura romántica, al menos en su origen, que el artista ha convertido en una obra surrealista (y política). Puede recorrerse el resto del edificio de 1776 escuchando las playlists pop-rockmánticas creadas por el equipo del museo y, antes de abandonarlo, tomar un té y probar la tarta del día -la de zanahoria es una apuesta segura- en el Café del Jardín.
Al llegar al Museo Cerralbo nos encontraremos con una alfombra que nos indicará las coordenadas exactas del punto geográfico en el que nos hallamos, una pieza reciente de Maté que dejaremos atrás para adentrarnos en la exposición Toilette. La higiene a finales del siglo XIX, que repasa ese fin de siècle en el que aparecieron las primeras marcas cosméticas y los salones de belleza. Terminado (o no) el recorrido, se puede reponer fuerzas en el barrio Conde Duque, que en los últimos meses ha visto ampliada su oferta gastronómica con propuestas como la de Crumb, restaurante de sándwiches de autor elaborados con pan de masa madre tan tentadores como el de sardinas al sumak con tapenade, el de roast beef oriental o el de carrilleras con queso de tetilla; la de la taberna La Lata de Sardinas, donde pueden degustarse platos con un punto innovador como la hamburguesa de rabo de buey o las gyozas japonesas con salsa brava; o la del recién llegado desde Barcelona Café Federal, donde puede empezarse temprano el día con un café, croissants, tostadas de pan de centeno con aguacate, lima y cilantro o una morning burger, y terminarse con un mojito Sailor -la cocina no cierra-.
Mateo Maté ha intervenido en cinco de los museos que marcaron su niñez, y el artista Miguel Ángel Blanco se ha consagrado a uno: el Museo del Prado. Desde el 19 de noviembre el visitante se topará con Historias Naturales, un proyecto que perturbará la calma de la colección permanente de la pinacoteca con la instalación de 150 cuerpos extraños: los animales, minerales y vegetales que Blanco ha seleccionado minuciosamente durante tres años de trabajo. Por ejemplo, a los pies de La osa hormiguera de su majestad de Goya veremos el esqueleto de un oso hormiguero, junto a Las Meninas de Velázquez, un gorrión albino. Todo esto para recordarnos, ahora, que se celebra el 194º aniversario de la inauguración del centro, que en sus orígenes el Museo del Prado fue concebido como un Gabinete de Ciencias Naturales por Carlos III. Otra alternativa es visitar Velázquez y la familia de Felipe IV, exposición que por primera vez analiza la faceta de retratista cortesano de Velázquez. La muestra quiere enfrentar al espectador con uno de los momentos más brillantes de la trayectoria del pintor español y, también, con un excepcional álbum de familia: 26 de los 30 cuadros de la exposición son retratos del monarca -quizás el rey con mayor conocimiento en pintura que haya conocido la Historia, señalan en el Prado-, su mujer, Mariana de Austria, y sus hijos, las infantas María Teresa -retratada desde los tres años hasta los 15, cuando parte a Viena para contraer matrimonio con el emperador-, Margarita, Felipe Próspero y Carlos II.

Un espíritu de rebelión

Con El surrealismo y el sueño, una de las exposiciones de la temporada, el Museo Thyssen reivindica estar explorando un territorio en el que se ha indagado poco: se han organizado incontables muestras en torno al movimiento, pero hasta ahora, repiten, no se había prestado demasiada atención a esos sueños que sirvieron a los surrealistas para rebelarse contra un mundo que, a su entender, estaba mal hecho. El arte de la conversación de Magritte, Ojos cerrados de Odilon Redon, Treinta y tres chiquillas salen a cazar la mariposa blanca de Max Ernst -quien en un texto de 1934 rebatió el tópico de que los surrealistas se limitaban a "copiar" sus sueños en las obras- o Desnuda dormidade Dorothea Tanning son tan solo cuatro de las 163 obras y siete vídeo-instalaciones que integran la exposición. Si lo que se busca es una visita a la colección permanente y, además, el tiempo es escaso, la solución puede estar en el libro Thyssen#140, guía esencial del museo firmada por su director artístico, Guillermo Solana. Hace unos meses Solana se autoimpuso el reto de convertir Twitter en un aula virtual para repasar las mejores obras de los fondos del Thyssen en breves 140 caracteres y la hazaña le ha valido un premio al mejor tuitero cultural en los Tweet Awards 2013.
'Plaza (Madrid)', obra de Juan Muñoz de 1996, que forma parte de la colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid.
Si en cambio lo que se prefiere es seguir indagando en el surrealismo, lo mejor es dirigirse a la Fundación Juan March para conocer los antecedentes del movimiento en Surrealistas antes del surrealismo, una exposición para la que se han reunido 200 dibujos, estampas y fotografías fechadas entre mediados del siglo XV y 1945 -hay obras de Alberto Durero, Paul Klee, Man Ray...- y que remite a otra legendaria muestra que ha hecho las veces de inspiración y modelo: Fantastic Art, Dada, Surrealism, en la que en 1936 el fundador del MoMA, Alfred H. Barr, enfrentó obras de artistas contemporáneos con trabajos de Arcimboldo, Piranesi o Goya para proporcionar al surrealismo "un árbol genealógico histórico".
La mayoría de las obras de la exposición Mínima resistencia. Entre el tardofranquismo y la globalización: prácticas artísticas durante las décadas de los ochenta y noventa se exponen por primera vez en las salas del Museo Reina Sofía. Ese es, por sí solo, un buen reclamo para visitar esta muestra comisariada por Manuel Borja-Villel, director del centro, junto a Rosario Peiró y Beatriz Herráez. En ella podremos ver piezas de una larga lista de artistas tan diversos como Candida Höfer, Cindy Sherman, Marlene Dumas, Raymond Pettibon, Fischli & Weiss, Pepe Espaliú, Guerrilla Girls, Pedro G. Romero... ¿El segundo reclamo? En esas dos décadas de los ochenta y los noventa se sentaron las bases del momento artístico actual, así que la visita nos permitirá entender de dónde venimos, dónde estamos y quizás también vislumbrar hacia dónde vamos. Al salir, merece la pena pasarse por La Central del Reina Sofía: tienen una cuidada selección de libros de arte y de vez en cuando hacen ventas especiales de catálogos del museo -informan puntualmente en su perfil de Facebook-.
El multiespacio La Fábrica, en Madrid. / ALFREDO ARIAS
Cerca del Reina Sofía está el renovado espacio de La Fábrica, donde se puede seguir hojeando libros -los de su propia editorial o de otras casas ilustres como Taschen o Phaidon; presumen de un fondo de más de 2.000 títulos-, visitar exposiciones en su galería -a partir del 22 de noviembre, Celebrities de la fotógrafa estadounidense Mary Ellen Mark-, comprar flores frescas u objetos de autor -joyas de porcelana de Andrés Gallardo, cámaras lomo, chocolates artesanos...- en su tienda de creadores y desayunar, comer, merendar o cenar en su bistró de carta mediterránea. Aunque, en realidad, lo ideal sería reservar la cena para otra propuesta interesante y cercana: la Vinoteca Moratín. ¿Sus grandes éxitos? El salmón marinado, el steak tartar y el mi-cuitde rape.

Conferencias ETSAM.


Posted: 29 Nov 2013 04:39 AM PST
Posted: 29 Nov 2013 04:34 AM PST
Posted: 29 Nov 2013 04:28 AM PST

martes, 26 de noviembre de 2013

"Descenso a las entrañas de Madrid"

"Descenso a las entrañas de Madrid"

Artículo publicado por RAFAEL FRAGUAS en EL PAIS el 22 de noviembre de 2013

Pocas personas conocen que Madrid fue edificado sobre siete colinas. Desde hace un milenio y hasta nuestros días, permanecen perforadas por kilómetros de oscuros pasadizos, surcadas por tenebrosos túneles. De algunos se sabe hasta dónde conducen. Pero, de muchos otros, nadie parece conocer los sombríos parajes donde finalizan… si es que terminan en algún lugar. Unos son visitables; otros, simplemente visibles en sus bocas. Parecen recorrer caprichosamente el subsuelo madrileño pero en su origen, casi todos tuvieron una función práctica: refugios, prisiones, arsenales, archivos; o bien, canales de agua, cavas para vino, despensas y fresqueras para alimentos… Aunque casi todos se veían signados por una misma necesidad: la reserva que implica el secreto de algo valioso. Hasta 145 kilómetros de viajes de agua, galerías soterradas y declinantes construidas por los musulmanes a partir del siglo X, saciaron la sed de los madrileños hasta el siglo XIX, en que fueron sellados. Sus respiraderos, llamados capirotes, aún pueden verse en los parques de Fuente del Berro y Dehesa de la Villa.
Sin embargo, el imaginario colectivo de Madrid asocia muchos otros pasadizos a vías de escape de conventos, grandes palacios, embajadas o cuarteles que, en número superior a trescientos, ocuparon el centro del caserío madrileño a partir del siglo XV. Es el caso del túnel que cruzaba desde los sótanos de la casa de los Vargas, en la plaza de la Paja, hasta la Capilla del Obispo y de allí se adentraba —y aún se adentra— en los tenebrosos meandros que conducen a parajes desconocidos de las entrañas de la ciudad hacia poniente.
El mismo túnel sirvió en los años setenta del siglo XX a unos ladrones para penetrar en la cripta del bellísimo templo gótico y expoliar numerosos enterramientos bajomedievales que en su interior albergaba: cruces, espadas, cotas de malla, armaduras y otros arreos de caballeros fueron sustraídos de sus sepulturas.

Bajo el palacio, hacia el convento

Otro de los más célebres pasadizos conectaba —y conecta aún, pese a hallarse desvencijado por las obras de la plaza de Oriente— el convento de la Encarnación con el antiguo Alcázar de los Austrias, incendiado en un pavoroso incendio en la Navidad de 1734, precursor del actual Palacio Real. El esplendor de este pasadizo de amplias galerías, iluminadas con hachones impregnados de brea, fue resaltado mediado el siglo XVII por el nuncio papal Barberini, que detalló las obras de arte, rubricadas por pintores de la Corte, que decoraban sus muros. El túnel, articulado en varios codos, arrancaba de las cocinas del viejo Alcázar. Constó como pasadizo de la Encarnación en el célebre Plano de Teixeira. Servía para que el rey se desplazara en invierno a los oficios religiosos del monasterio aledaño sin salir a la calle.
Una apócrifa leyenda asegura que una parte de estas galerías permanecía inundada por el agua y servía para que, embarcado en una góndola, el lúbrico monarca Felipe IV se desplazara por ella para flirtear con una novicia enclaustrada en el cercano convento. El rey se había hecho tristemente célebre por acosar a una monjita del convento de San Plácido, que se fingió muerta para huir de su regio acosador.
Arriba, acceso a un pasadizo con salida al exterior del Campo del Moro. / BERNARDO PÉREZ
En el ala oeste del Palacio Real, sobre el Campo del Moro, cabe ver aún la trampilla de la boca de un pasadizo que unía el jardín palaciego con un escape en dirección a la Estación del Norte y la Casa de Campo. Otro gran túnel contiguo al jardín, hoy sepultado al culminar las obras de la M-30, fue empleado por José I Bonaparte para acceder al palacete de los Vargas, aún en pie junto a la puerta del Rey de la Casa de Campo. Fue este un antiguo pabellón de caza donde el monarca impostor se sentía más seguro que en palacio y holgaba con una actriz de nombradía, amante suya.
También en las inmediaciones del Palacio Real adquirió nombre un entramado de túneles situado en el ala oriental y por el cual, el rey Alfonso XII salía de incógnito a visitar la ciudad. “Quién será ese buen mozo quién será, con la capa de seda… No es el número uno ni es el número dos, es el número doce por la gracia de Dios”, cantaba la coplilla referida a las secretas salidas a la ciudad del joven y apuesto monarca. Una de las bocas de la red de pasadizos secretos palaciegos iba a parar a una estancia que, con el tiempo, sería restaurante-mesón-cava, hoy desaparecido, que adoptó el nombre de Torre-Narigües, situado en la calle del Factor.
Se sabe que a través de los túneles que perforan el subsuelo del Madrid de los Austrias, se escabullía de sus perseguidores el famoso bandolero decimonónico Luis Candelas, ex alumno del casi tricentenario Instituto San Isidro. Por cierto, en el claustro barroco de este centro docente situado en la calle de los Estudios, junto a la de Toledo, cabe ver el acceso al pasadizo donde, en una jornada de furia popular registrada en el primer tercio del siglo XIX, fueron asesinados y sepultados algunos frailes a los que se acusó de envenenar fuentes cercanas.
La política, la diplomacia y las acciones militares, apremiados siempre por el secreto, parecen convertirse en la razón de ser del empleo de muchos ámbitos subterráneos. Así, en la calle de Alcalá, en los bajos del Ministerio de Hacienda, cabe ver en el llamado pasaje de la Aduana, una puerta situada a pie de edificio. Tiene barrotes de hierro y por una honda escalera da acceso a la estancia subterránea desde donde Julián Besteiro, dirigente socialista, dirigió el mensaje en el que planteaba la rendición de las tropas del coronel Segismundo Casado al general golpista Francisco Franco, a fines de marzo de 1939. Todo el espacio ha sido cuidadamente musealizado. No lejos de ese enclave, en la Gran Vía, profundos túneles hoy cegados recorrían el subsuelo del edificio donde se hallaba la Unión Radio, precedente de la SER. Aquellos sótanos fueron elegidos para instalar una emisora clandestina de la llamada quinta columna. 

Un búnker para Franco

En la plaza de la Marina Española, en el subsuelo del lugar donde se levanta el edificio del Senado, existió una antigua galería de tiro utilizada por los militares de un cuartel decimonónico cercano. Éste se hallaba instalado junto a una casona empleada por la Inquisición hasta 1820, trufada a su vez de mazmorras soterradas.
La galería bajo el Senado fue reutilizado por Franco como búnker subterráneo durante la fase más aguda de su mandato, el año 1946, cuando Francia cerró su frontera pirenaica con España, entre otras razones por el alineamiento franquista con Hitler y Mussolini durante la Segunda Guerra Mundial y, en lo inmediato, por el entonces reciente fusilamiento de Cristino García Granda, guerrillero comunista español y maquis en Francia contra la ocupación nazi, galardonado por ello como Caballero de la Legión de Honor.Cristino había sido capturado por la policía de Franco en la calle de Magallanes y fue fusilado con varios guerrilleros más tras comparecer en un Consejo de Guerra sumarísimo. Franco temió en aquellos días que los aliados pudieran emprender alguna acción militar para derrocarle.
Por otra parte, siete plantas por debajo del Banco de España, una oscura galería en desuso aloja una discreta línea de ferrocarril conectada a los accesos a su cámara acorazada subterránea. A pocos metros en línea recta, los sótanos de la Casa de América, hace dos décadas, fueron escenario de extraños ruidos y acaecimientos sonoros que desataron especulaciones sobre viejas historias allí sepultadas.

Subterráneos bajo el Congreso

Entre los pasadizos más vistosos de Madrid destaca el que, lujosamente decorado, conecta el Palacio de Congresos con oficinas de grupos parlamentarios situadas en la antigua sede del Banco Exterior de España. El túnel cruza bajo la carrera de San Jerónimo. Gracias al pasadizo, se agiliza la profusa burocracia que el Parlamento genera. Por cierto, bajo el enorme edificio que alberga el hemiciclo, existe una trama arquitectónica subterránea de más de un centenar de columnas de ladrillo y piedra, de hasta cinco metros de altura, que perteneció al antiguo y hoy soterrado templo del Espíritu Santo.
Bomberos jubilados del cuartel de la Puerta de Toledo recuerdan que, años atrás, siempre que un aguacero descargaba sobre Madrid, acudían obligadamente a algunas bocas de alcantarillas que desaguaban al río Manzanares: casi siempre encontraban allí uno o dos cadáveres recientemente arrastrados por las poderosas corrientes subterráneas. Pertenecían a poceros sorprendidos por las riadas que, cuando el cielo jarrea sobre Madrid, recorren torrencialmente el subsuelo de la ciudad. Ellos, los poceros, son los sufridos moradores de tan sombríos espacios.

Madrid año 2024

"Madrid año 2024" Artículo publicado en EL PAIS por Bruno García Gallo el 23 de noviembre de 2014
Una ciudad es lo que hacen con ella sus habitantes. La ciudad pertenece a quienes caminan por sus calles, compran en sus tiendas, sacan la basura cada noche al volver a casa, viajan desde el extranjero para visitar sus museos, luchan por mantener sus empresas o vienen cada día de otros lugares a trabajar en ellas.
El mapa sobre el que se desarrollan esas actividades, el tablero de juego, lo dibuja una vez cada 10 ó 15 años el Ayuntamiento.
Lo llama Plan General de Ordenación Urbana, y en él plasma, sobre miles de páginas y en un lenguaje técnico a menudo indescifrable, cómo sueña la ciudad del futuro. Para bien o para mal.
El plan aprobado para la capital en 1997, por ejemplo, fundamentó una burbuja inmobiliaria cuyo estallido aún encoge la calidad de vida de los madrileños. Y uno de sus mayores logros según el Ayuntamiento, Madrid Río, ni siquiera formaba parte del plan.
A partir de un examen detallado de todo lo que salió mal entonces, y con el objetivo prioritario de recuperar el crecimiento económico, el gobierno municipal aprobó esta semana el avance del próximo plan general, que previsiblemente entrará en vigor en primavera de 2015. Según la edil de Urbanismo, Paz González, es un “plan liberalizador, que flexibiliza la tramitación urbanística que hoy nos atenaza”. Busca impulsar una ciudad “libre, sin corsés”, sin que eso suponga “desprotección o una ley de la selva”.

Todo lo que fue mal.

El plan general de 1997 (aprobado por el PP, que gobierna la ciudad desde hace 22 años) calculó que Madrid engordaría su población a costa de los municipios vecinos, así que decidió exprimir todo el suelo disponible, convirtiendo en urbanizable y casi exclusivamente residencial el doble de superficie de la que ocupa la almendra central (10.000 hectáreas). El diagnóstico realizado ahora por el Ayuntamiento es devastador: la oferta de viviendas supera con mucho la demanda, hay barrios enteros planificados (suman 200.000 pisos) que resultan inviables; y la actividad económica se fió a la construcción, ahora hundida, descuidando comercio e industria.
Paradójicamente, no se ha solventado el problema de acceso a la vivienda de gran parte de la población, debido al fuerte incremento de precios durante la burbuja.
El análisis municipal es claro: el principal obstáculo para la ciudad no es sólo la crisis económica sino también el plan general de 1997. Madrid ha ganado 390.000 habitantes en los últimos 15 años, pero se planearon 542.235 viviendas. Se quiso desincentivar sin éxito el uso del vehículo privado; hay barrios enteros sin escuelas, polideportivos y otras dotaciones públicas; los planes de rehabilitación del centro no funcionaron; y las zonas verdes se orillaron en favor, una vez más, del ladrillo.

Una ciudad envejecida

El nuevo plan general ahora en tramitación resume sus objetivos en “reducir la desigualdad” entre distritos y barrios en materia de servicios y dotaciones, “impulsar una movilidad sostenible” y lograr una ciudad “con alta calidad de vida” que atraiga “nuevas actividades económicas conservando y potenciando sus señas de identidad”. “Hacer de Madrid una ciudad para las personas”, concluye.
Prevé que la población haya aumentado un 6% en 2020, con 200.000 habitantes más, pero anticipa una “preocupante pérdida de población joven” (100.000 personas menos de 25 a 34 años), lo que supondrá “un problema importante por pérdida de capital y recursos humanos”.

Piso o tienda, tienda y piso

Para recuperar la actividad económica, propone, entre otras medidas, fusionar el uso industrial y el uso terciario (hoteles, oficinas, comercio) del suelo en un solo tipo “de actividades económicas”.
Quiere además permitir usos comerciales en suelo residencial y viceversa, de forma que, teniendo siempre en cuenta el impacto sobre tráfico, ruido y necesidades vecinales, el Ayuntamiento deje de decretar lo que se puede hacer en un edificio para delimitar sólo lo que no se puede hacer. Todo lo demás estará permitido. El uso de un inmueble se podrá cambiar simplemente con una licencia, sin necesidad de elaborar un plan especial y dilatar los trámites administrativos hasta año y medio.
Las tres erres
Uno de cada cuatro madrileños vive en zonas en situación de desventaja social, ambiental y económica respecto a “los barrios centrales y más vitales”. Son 145 áreas “vulnerables”, con 2.300 hectáreas de superficie y 800.000 habitantes. El plan apuesta por la rehabilitación, regeneración y revitalización del tejido urbano, y pone el énfasis en la primera periferia (entre M-30 y M-40), donde mayor margen de maniobra prevé. Admite que precisará de la iniciativa privada (el Ayuntamiento eliminará en 2014 las ayudas a familias y comunidades de vecinos para rehabilitación), y propone fórmulas como ampliar la superficie edificable a cambio de mejoras arquitectónicas o de eficacia energética.
Menos PAU, más parque
El Ayuntamiento considera inviables los Programa de Actuación Urbanística de Villa de Vallecas y Vicálvaro, que prevén 130.000 viviendas, y “está abierto a replantearlos”. Para ello, espera las propuestas de los propietarios del suelo en el periodo de alegaciones abierto hasta el 31 de enero.
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El mapa muestra las áreas que podrían convertirse en centros de barrio.
¿Qué sugiere el plan? Reducir la ocupación del suelo en favor de una mayor densidad edificatoria; es decir, concentrar viviendas y habitantes en manzanas más grandes y compactas, garantizando así “la eficacia de los servicios públicos” y “favoreciendo las relaciones vecinales”. El sueloliberado se dedicaría a zonas verdes.
Para reducir los desplazamientos en vehículo privado, propone una solución extensible a toda la ciudad: crear “nodos de centralidad” en cada distrito o barrio, impulsando el desarrollo comercial en determinadas zonas para que se conviertan en el centro para los vecinos de los alrededores. Entre las propuestas de transporte, consta la prolongación de la línea 11 de metro (Plaza Elíptica - La Fortuna) y la creación de otra nueva, semicircular, que una los distritos del sureste.
Más comercios en el centro
El plan apuesta por “flexibilizar la implantación de nuevos usos en los edificios singulares”, es decir, con valor histórico-artístico, para la implantación de comercios en las plantas bajas del casco antiguo y el ensanche. En primavera estará listo el nuevo catálogo de edificios protegidos, que eliminará el blindaje automático que reciben todos los inmuebles de más de un siglo de antigüedad.
Se hará además “un análisis pormenorizado” de cada edificio, para saber qué elementos proteger y cuáles no, es decir, qué obras están permitidas, algo “fundamental para incentivar la inversión”. En esa línea, se evitará que estas reformas conlleven, como ahora, una pérdida media del 20% de superficie edificable.
Proyectos singulares
El plan incluye una reflexión general sobre la ciudad. “Madrid necesita reforzar una imagen propia construida desde criterios de homogeneización”, explica, apostando, por ejemplo, por igualar el mobiliario urbano, las señales e incluso el pavimento. También realiza análisis detallados por distritos y barrios. En la almendra central, por ejemplo, aboga por reforzar la diferenciación de las distintas áreas con personalidad propia (Argüelles, Gran Vía, Retiro, La Estrella, etcétera), incidiendo en sus rasgos de identidad. Y, por último, categoriza los usos de cada parcela de la ciudad.
Pero, además, el plan incluye cuatro “actuaciones singulares” de profundo calado que definirán el futuro de la ciudad: renovar el paisaje alrededor de Madrid Río; tender una red de bulevares en la almendra central; alargar el eje Prado-Recoletos hasta la estación del Abroñigal, a través de los paseos de Delicias y Méndez Álvaro; y convertir Villaverde en el distrito tecnológico de la capital.
Méndez Álvaro y Delicias
Se propone redactar un plan director que enlace con el paseo del Prado y con Madrid Río esta zona de 536 hectáreas y 80.000 habitantes, por la que pasan a diario 225.000 viajeros de tren. Apoyado en el crecimiento de la estación de Atocha, apuesta por rehabilitar esta área deteriorada en lo residencial y apostar por el sector terciario para su revitalización.
Entre otras actuaciones, contempla buscar un nuevo uso a la antigua cárcel de Yeserías (ahora, un centro de inserción social), la central de Unión Fenosa y el cuartel Batalla del Salado (que podría consagrarse a la cultura); potenciar la estación sur de autobuses como centro comercial; trasladar la estación de contenedores del Abroñigal y construir en su lugar pisos y oficinas; agrandar y conectar mejor el parque Tierno Galván; tender una red de paseos peatonales; e incluso impulsar nuevas estaciones de cercanías en Adelfas, Planetario y Abroñigal.
La capital de los peatones
El Ayuntamiento propone redactar un plan director que permita “caracterizar Madrid como la ciudad de los bulevares, los peatones y el transporte público”. “La tarea no es sencilla”, reconoce, “pues los ejes a transformar forman parte de la red viaria de movilidad más compleja”. “Son las avenidas y calles de mayor anchura y centralidad, aquellas en las que actualmente se produce un desequilibrio, en la mayoría de los casos, a favor de la circulación rodada y el aparcamiento”, añade el plan.
El ámbito de actuación es la almendra central, y se basa en un concepto nuevo de bulevar: “Una amplia plataforma peatonal, central o lateral, muy accesible y continua, con una importante superficie vegetal y masa arbórea, y bandas para bicicletas, transporte público y automóviles”.
El objetivo es “una restricción progresiva de la capacidad viaria, que mantenga la carga y descargue y minimice” el acceso en coche y el aparcamiento de residentes. Sólo se aplicaría en vías de 25 metros de ancho, y en una primera fase se trataría de seleccionar “el mayor número posible de bulevares históricos, es decir, aquellas calles que en su día tuvieron ya una sección de bulevar”, para así “cargar de razón y otorgar mayor justificación a la iniciativa”.
También se incluiría “el mayor número posible de vías que conecten con los ejes comerciales tradicionales de la periferia (General Ricardos, paseo de Extremadura, etcétera)”, con calles ya peatonales y con zonas verdes.
El skyline del Manzanares
“El río constituye una oportunidad aún sin agotar para la construcción de nuevos paisajes en torno a su cauce no renovado, tanto aguas arriba como aguas abajo”, explica el plan. “Es un espejo en el que mirarse para promocionar nuevos paisajes singulares en la ciudad, capaces de generar una imagen potente y atractiva, y contribuir a estructurar la ciudad”.
El objetivo es revitalizar el entorno de Madrid Río, que costó 371 millones, más 3.226 millones para soterrar la M-30. Para ello, se planea rehabilitar 1.195 edificios, con 21.975 viviendas y 2.101 locales; cambiar de uso la sede del Cedex; completar el derribo del estadio Vicente Calderón y de la fábrica Mahou, la construcción de viviendas y el soterramiento del último tramo de la M-30; y renovar el centro comercial de la Ermita del Santo.
Distrito tecnológico
“Madrid dispone de una gran cantidad de suelo para la actividad económica. El 70% se concentra en Villa de Vallecas, Vicálvaro y Villaverde. Este último cuenta con un 11% del total, más de dos millones de metros cuadrados. Es una oportunidad única para centrarse en actividades de mayor valor añadido, capaces de generar empleo de mayor calidad”, explica el plan.
Villaverde concentra “actividades industriales (manufactura, almacenaje, distribución mayorista, talleres)”, que quieren sustituirse por “tecnologías avanzadas de la información, comunicaciones, conocimiento y cultura”. “Habrá que esforzarse en crear nuevas condiciones de ordenación e infraestructuras atractivas para los distintos tipos de actividades punteras en la economía”, añade.

Memorias del Beti-Jai

Artículo y vídeo publicado en ABC el 14 de noviembre de 2013
Cientos de madrileños cruzan a diario la calle Marques de Riscal, situada en el corazón de Chamberí, uno de los barrios más exclusivos de la ciudad. Pero muy pocos de ellos levantan la vista cuando bordean el que fuera uno de los edificios más emblemáticos de Madrid a finales del siglo XIX. Con su fachada desconchada, sus ventanas tapiadas y sus accesos manchados por los restos de grafitis, el frontónBeti-Jai pasa desapercibido para la mayoría de viandantes en una situación de inminente ruina que resulta difícil de explicar dada su condición de Bien de Interés Cultural.
El Beti-Jai fue uno de los edificios más característicos de Madrid, fruto de unos tiempos muy distintos a los de ahora. Para empezar, el fútbol aún era una disciplina prácticamente inexistente y el juego de pelota, importado con éxito por las clases altas desde San Sebastián, fue el primer gran deporte de masas. Prueba de ello es que distintos empresarios construyeron hasta cuatro frontones en la capital entre 1890 y 1894, en los que se jugaban partidos profesionales a diario con las localidades a rebosar.
El más importante de aquellos nuevos frontones era, sin duda alguna, el Beti-Jai, un coliseo que podía albergar 4.000 espectadores en una ciudad que apenas superaba el medio millón de habitantes. Pero no era su aforo lo importante sino su valor artístico. Diseñado por el arquitectoJoaquín Rucoba, célebre autor del Teatro Arriaga de Bilbao, el Ayuntamiento de dicha ciudad y la plaza de toros de La Malagueta, entre otros proyectos, el Beti-Jai se construyó con la clara intención de hacer de él algo especial. Su fachada ecléctica basada en la Ópera de París, sus detalles de estilo neomudéjar y sus acabados en hierro lo elevaron a la categoría de joya arquitectónica de la capital prácticamente desde su mismo nacimiento.

Declive y abandono del frontón

Pero pasaron los años y el fútbol lo devoró todo. La pelota dejó de ser el entretenimiento más popular entre los madrileños y el Beti-Jai tuvo que reconvertirse. Pasó de «Capilla Sixtina de la pelota», como se conoce entre los aficionados, a fábrica de coches primero, hogar de vagabundos después, y, en la actualidad, un edificio que amenaza ruina. No es de extrañar el estado de abandono actual del complejo si se tiene en cuenta la realidad del país hasta hace solo unos años. El Beti-Jai se encuentra en el barrio de Almagro, dentro del distrito de Chamberí, una de las zonas más caras de la capital. De derrumbarse, el solar que ocupa otorgaría a la actual propiedad la oportunidad de poner en marcha un negocio millonario, ya sea fruto de la construcción de viviendas de lujo, de hoteles o de centros comerciales.
Para evitar la desaparición del Frontón Beti-Jai, un heterogéneo grupo de vecinos, arquitectos y algún expelotari, puso en marcha laPlataforma Salvemos el Beti-Jai, que consiguió la declaración de Bien de Interés Cultural para el edificio en marzo de 2011 después de décadas de intentos fallidos. Sin embargo, desde aquella declaración, ninguna institución pública ha obligado a los propietarios a realizar las obras más urgentes para evitar el derrumbe de los elementos ornamentales de la fachada o de las cubiertas de madera de los antiguos graderíos.

Reportaje Memorias del Beti-Jai

Con el objetivo de dar a conocer una de las joyas arquitectónicas más desconocidas de la capital, ABC ofrece el reportaje en vídeo Memorias del Beti-Jai, una pieza en la que viajar al pasado para entender la importancia del juego de pelota en el Madrid del XIX, la construcción del Beti-Jai, el aspecto original del edificio y su lamentable estado de conservación.
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Brotes de un nuevo Madrid

"Brotes de un nuevo Madrid"

Artículo publicado en EL PAIS por Álvaro de Cózar el 15 de noviembre de 2013

Se habla en muchos foros —también en este periódico— del declive de Madrid, de la falta de proyecto, de la suciedad de sus calles, del cierre de teatros y cines, de la caída de turistas, la contaminación, la pérdida del patrimonio histórico, el aumento de franquicias y la desaparición de los bares de siempre.
Llegados a este punto, hablemos de la ciudad detrás de esa ciudad. Al mismo tiempo que todo eso ocurre, cientos de ciudadanos, han decidido tomar las riendas y no esperar a que las Administraciones resuelvan sus problemas o atiendan sus necesidades. Se les ha dado en llamar ciudadanos empoderados y, aunque sea una etiqueta quizá demasiado amplia, sirve para definir a ese tipo de personas que se han emancipado de las Administraciones y se han puesto a trabajar para mejorar su barrio o su comunidad, ya sea creando artefactos para medir la calidad del aire, dándole la vuelta al barrio para convertir un espacio vacío en una zona verde, o distribuyendo Internet a lugares donde no llega bien.
Y no, no son gente contra el sistema, si es que ya le ha asaltado ese prejuicio, sino tipos normales, muy distintos los unos de los otros, y quizá solo tengan en común su convicción para modificar el sistema con sus pequeños logros ciudadanos.
En 2008, varios arquitectos decidieron que, además de sus proyectos arquitectónicos, debían crear un observatorio donde se diera cuenta de todas las innovaciones y propuestas que los madrileños estaban haciendo. Nació así el Vivero de Iniciativas Ciudadanas (VIC). “Surgió de una reflexión sobre la ciudad”, dice Mauro Gil-Fournier, uno de los fundadores. “La ciudad no es solo un espacio, sino la suma de vivencias de sus ciudadanos. Y hay una cantidad enorme de propuestas que salen de un análisis crítico de la ciudad”.
La expresión física del Vivero es una plataforma web que informa de esas iniciativas, se reflexiona sobre ellas y se conectan cada una de estas iniciativas, una especie de red de start-ups ciudadanas que podría resumirse, en definitiva, en gente que hace un montón de cosas. Los arquitectos del Vivero proponen a EL PAÍS un recorrido de un día por la innovación ciudadana de Madrid. Vale.
El martes, 5 de noviembre, la calle de Atocha amanece llena de basura tras el primer día de huelga. Por allí ha pasado la manifestación de los trabajadores de la limpieza el día anterior. Es muy cerca de allí donde Mauro, Esaú y Miguel tienen su oficina y es desde allí donde partimos al encuentro con Agustín de Saralegui, portavoz de la empresa Respiro. No es un mal comienzo porque esta iniciativa permite a varios usuarios compartir coche en distintas horas del día y dar solución así a los problemas del tráfico y de la contaminación. La compañía tiene ahora 70 coches y pronto tendrá 20 más. Agustín habla de ahorro, de lo sencillo que es utilizar un coche por horas en el que se paga solo lo que se usa y de las diferencias entre otras ciudades europeas y la capital de España. “Madrid es la última gran capital europea que no tenía un servicio de car sharing como ocurría en ciudades como Londres, París o Berlín”, dice Agustín.
En el coche de Respiro nos desplazamos hasta Velilla de San Antonio para ver a la gente de Ecosecha, una cooperativa que ofrece productos ecológicos de temporada. Uno de sus responsables, Javier Pérez, explica cómo distribuyen los frutos de su trabajo y cuenta su iniciativa estrella, el banco de semillas. Viene a ser algo así como el Napster de las semillas, un lugar en el que compartir las diferentes variedades sorteando el control que ejercen las grandes corporaciones en el mercado, sin pagar los derechos a las empresas que han patentado las semillas. Pérez da a probar los tomates de su huerto e inmediatamente uno decide no volver a llamar de la misma manera a lo que compra en el supermercado. Será comestible, pero no será tomate. En el banco de semillas han sido intercambiados ya más de 4.000 sobres de semillas con 400 variedades.
“No estamos hablando solo de cultura y de urbanismo, estamos hablando de economía”, dice Esaú, otro de los fundadores de VIC mientras nos encaminamos a un domicilio de Pozuelo. Abre la puerta Alejandro Martín, un chico joven que cuenta en la azotea de su casa en qué consiste su iniciativa: con el permiso de sus vecinos, ha puesto una antena o nodo, conectada a otros nodos en Madrid. Lo hace a través de Guifi.net, una red de telecomunicaciones ciudadana que permite ahorrar costes y dar Internet a lugares donde aún no llega a velocidades del siglo XXI. “Guifi.net tiene en Cataluña 17.000 nodos, en Madrid hemos empezado con 20”, dice Alejandro, que ha montado seis de ellos.
De regreso a Madrid, paramos en Lavapiés, en el Mercado de San Fernando, un lugar que vive una segunda oportunidad tras haber estado a punto de desaparecer. Esa nueva vida viene de la mano de nuevos negocios e ideas como la deLa Casquería, una tienda de venta de libros de segunda mano al peso. A 10 euros el kilo.
En torno a una mesa en un bar del barrio se juntan los miembros del Vivero con Carolina León y Silvia Nanclares, de Bookcamping, una biblioteca digital en la que cada usuario puede descargarse o subir documentos, libros o vídeos que tengan licencias abiertas y que ha acabado convirtiéndose en una comunidad. Por ahora llevan 9.900 usuarios y la plataforma cuenta con 2.303 referencias entre libros, podcasty material audiovisual. A los pocos minutos de comenzar la charla, vuelve a salir la palabra empoderamiento. No es la primera vez hoy y no será la última. Se habla también del 15-M, pues Bookcamping nació después del movimiento que tomó la Puerta del Sol en mayo de 2011.
Sigue la charla mientras esperamos a Iván Villarrubia, otro arquitecto, uno de los impulsores de un mapa de calles tranquilas para andar en bici que acabó siendo adoptado por el Ayuntamiento de Madrid. “Durante un tiempo se ha pensado que la Administración tenía que hacer todo para la bici”, comenta Villarrubia. El blog En bici por Madrides una muestra de que eso no es así. Ahí se publican trucos, necesidades y todo tipo de ideas para circular. Se ha acabado convirtiendo en otra red en la que los ciclistas enseñan a otros qué es lo que deben hacer. “Hemos atendido a unas 400 personas a las que hemos llevado por Madrid y les hemos enseñado a perder el miedo a la bicicleta”, dice Villarrubia. Iniciamos un paseo por las calles de Lavapiés. Vamos por el medio. “Si no hay espacio para dejar pasar a un coche, no pasa nada”, insiste Villarrubia, que lleva la ordenanza municipal a mano para enseñárselas al conductor que se pase de listo.
Llegamos en bici a Makespace, una comunidad de desarrolladores de tecnología e innovación. Allí César García comenta en qué consisten Air Quality Egg o IntheairMadrid, redes de ciudadanos que desarrollan sensores para medir la calidad del aire. Sale el ejemplo de Sheffield, en Inglaterra, donde un barrio consiguió parar la construcción de un supermercado gracias a los datos obtenidos de ese tipo de sensores.
Luis Elorriaga nos recibe en el espacio Esta es una Plaza cuando ya está empezando a oscurecer. “Aquí nos dimos cuenta de que había un espacio vacío y nos decidimos a utilizarlo. Llevamos ya cuatro años trabajando por este proyecto verde que le hacía falta al barrio y este año estamos trabajando por la renovación”, dice Elorriaga, que recuerda la importancia que tuvo para este tipo de movimientos el foro de Porto Alegre a principios de 2000.
Casi no queda tiempo para nada más. Antes de dejar Esta es una Plaza, hablamos con el profesor de instituto Juan José Fuentetaja, uno de los socios de Som Energia. Esta cooperativa de energías renovables permite consumir energía verde gracias a plantas de producción fotovoltaica en Cataluña y Levante. “Lo difundimos para el gran público, pero puede ser complicado. La mayoría de nuestros socios viene de las cooperativas, de la energía social y en general gente cabreada con las empresas energéticas y el peaje que le han puesto al sol”.
Los penúltimos en llegar son Álvaro León y Adriana Turmero. Su iniciativa, Teje la Araña, viste mobiliario urbano de tejidos hechos de materiales diversos. Eso a veces hace visibles algunos problemas, otras veces es una mera ocupación del espacio urbano. En otras ocasiones, simplemente, un frío bolardo en noviembre puede convertirse en un sitio donde apoyarse si está vestido de lana.
Bajo un toldo tejido por ellos, otros dos ciudadanos hablan de arreglar su municipio. Son Rubén Holguera y Javier Taravilla, un ingeniero de telecomunicaciones y un filósofo, ambos integrantes del partido Izquierda Independiente. Son dos políticos que no lo parecen. Ellos pusieron en marcha Arreglasanse, una herramienta que hace un seguimiento en un mapa de todas las demandas de los vecinos de San Sebastián de los Reyes.
Su testimonio tiene más sentido al final del recorrido. De alguna forma son dos políticos que han creado una iniciativa ciudadana. “La gente organizada siempre es más inteligente que tú”, dice uno de ellos, “la información que ellos dan es muy útil para conocer lo que hace el Ayuntamiento”.
De nuevo en Atocha, el grupo continúa la conversación. Se habla de la desconexión entre las Administraciones y lo que hacen los ciudadanos. “No se trata solo de recibir dinero para hacer cosas. Se trata de establecer un diálogo con las Administraciones que permita mejorar la ciudad”, concluye Miguel Jaenicke.
Se ha hablado también de ausencia de proyecto, de un relato que marque un nuevo rumbo para la ciudad. Si el Ayuntamiento no sabe qué contar, ahí van 11 iniciativas surgidas de la imaginación de los madrileños.