"Un edificio al desnudo"
Artículo publicado por Maria José Díaz de Tuesta en EL PAIS el 25 de mayo de 2012
El recién estrenado Espacio
Fundación Telefónica, en pleno centro de Madrid (integrado en lo que fue el
primer rascacielos en España y que aportó a la ciudad aires neoyorquinos) es un
buen ejemplo de un espacio que había perdido hacía tiempo sus usos
tradicionales y se ha recuperado para actividades culturales. La imagen de
decenas de centralitas telefónicas y kilómetros de cableados que ocupaban esos
espacios han pasado a la historia. De alguna forma, los responsables del
cambio, Quanto Arquitectos y Moneo Brock, lo han devuelto a sus orígenes.
Las obras empezaron en junio de 2011 y terminaron el pasado
mayo. Ese cambio de actividad implica, para empezar, que en el espacio de 6.370
metros cuadrados repartidos en cuatro plantas, donde trabajaban 100 personas,
ahora puede acoger a 1.000. La arquitecta Belén Moneo durante un recorrido por
el edificio, cuenta que el problema fundamental con el que se encontraron fue
que la entrada, en la calle Fuencarral, y la cuarta planta que se ha destinado
a sala de exposiciones (que acoge la magnífica colección cubista de Telefónica)
estaban totalmente desconectadas. “Colocamos el ascensor de cristal que también
sirve de montacargas para trasladar obras de gran envergadura, como algunas
esculturas de Chillida que forman parte de la colección de Telefónica y que
pesan hasta 500 kilos”, explica.
Y en un gesto audaz, la escalera de evacuación ha dado lugar a una
escalera helicoidal de acero cortén, como una gran escultura flotante, que une
las cuatro plantas y sirve de soporte de sujeción de la fachada. “La forma
completamente orgánica es una intuición”, precisa. “Es un dibujo que surge
representando el movimiento helicoidal al atravesar las plantas, y a la vez
introducimos un elemento nuevo y contemporáneo en un edificio de 1930”.
La idea de volver al origen está, sobre todo, en la sala de
expositiva de la cuarta planta. Los arquitectos decidieron quitarle las capas
acumuladas a lo largo de sus 82 años de historia para que emergiera su
auténtica piel. “La idea era la de un loft neoyorquino, como lo que se ha hecho
en el Soho o en Tribeca”, dice Moneo, buena conocedora de Nueva York donde ha
vivido durante varios años. “Habíamos visto lo que se ha hecho en el Dia Art
Foundation y pensamos que lo mejor era desnudar el espacio y este edificio
respondía a esa estructura. Los planos fueron diseñados por el arquitecto Louis
S. Weeks conforme a la ordenanza de Nueva York, que luego desarrolló Cárdenas”.
Los pilares, que estaban forrados, están expuestos y pintados de plata (“como
el puente de Williamsburg”); el suelo es de hormigón pulido y el techo, en
lugar de esconder las instalaciones con falsos techos de pladur, han sido
sustituidos por una diáfana malla metálica de aluminio.
En la tercera planta hay otra sala expositiva con un recorrido por
las obras premiadas en el concurso Arte y Vida convocado anualmente por la
Fundación Teléfonica. Y, finalmente, la segunda planta ha sido aprovechada para
un auditorio y un espacio con una exposición permanente, la Historia
de las Telecomunicaciones con
todo tipo de teléfonos, desde el primero, que usó Alfonso XIII hasta el
Smartphone. Un siglo concentrado en un edificio que ha hecho historia y se ha
puesto al día.
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