miércoles, 12 de septiembre de 2012

LEAVING MADRID


Artículo publicado por Luis Alemany en EL MUNDO el 10 /09 2012. 
A todos nos gusta mucho ir a Ámsterdam y encontrarnos con el Barrio Rojo, viajar a Hamburgo y dar un paseo por Sankt Pauli, visitar Baltimore y buscar los escenarios de 'The wire', leer a Terenci Moix y sentir nostalgia por el Barrio Chino cuando era sórdido de verdad, aunque luego, ir más allá de la Boquería nos deje agotados y un poco deprimidos. Y a algunos hasta les gusta volar a Nevada y casarse en Las Vegas. Otra cosa es que eso ocurra en nuestro barrio. "En todas las ciudades hace falta el bien y el mal: que haya tabernas, que haya burdeles, que haya zonas desestructuradas... Son necesarias, porque sin ellas, las ciudades pierden algo de aventura, los códigos morales que transmiten se vuelven totalitarios". Lo explica Arturo Franco, profesor de Composición en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid yantiguo director de la revista 'Arquitectura COAM Fundamentos'.
Esperanza Aguirre se va a llevar una sorpresa, pero, si quiere reivindicar el proyecto de Eurovegas en términos estéticos y/o intelectuales, no debería recurrir a 'Leaving Las Vegas' ni a 'Casino' ni a ninguna otra película, sino a un ensayo de arquitectura, por mucho que la disciplina le cause horror.
'Aprendiendo de Las Vegas' (1977), de Robert Venturi y Denise Scott Brown es el título. Y, muy en resumen, viene a contar que las escenografías, las bromas y las fintas también puden tener valor en la construcción de la ciudad. ¿Es así? "Sí, más o menos", responde Franco. "Sobre todo, lo que hizo Venturi fue reconsiderar la idea de que en el siglo XX se había dado una ruptura con la historia de la arquitectura. Él recupera la imagen del mundo clásico, pero no como los clasicistas, de modo canónico, sino como un lenguaje que puede ser desestructurado:un frontón puesto del revés, una columna salomónica, ese tipo de cosas... Y ahí, Las Vegas es una fuente de inspiración, porque está el espectáculo, la ironía...".
"Venturi ha sido un hombre extraordinariamente culto, un erudito visual", añade Enrique Domínguez Uceta, colega de Arturo Franco en la Politécnica y crítico de arquitectura en EL MUNDO. "Él entendió que la arquitectura tiene un valor semántico, que no todo es la sinceridad constructiva de Le Corbusier, las máquinas de vivir... Los edificios también tienen la capacidad de contar cosas. Y supo relacionarlo con un tipo de construcciones que ya estaban en Estados Unidos: esos restaurantes de autopista que tienen forma de flor o de hamburguesa, esos pueblos de carretera en los que las fachadas se construyen como un escenario. Por otra parte, tomó la cultura pop de aquel momento, todas sus imágenes que estaban en el arte y en la literatura pero no en la arquitectura y...".

Una chaqueta con hombreras

Y nació la arquitectura posmodernista. Que hoy no goza de demasiado buen nombre, a pesar de que los textos de Venturi y compañía sí envejecen bien. "Las obras de aquella época estaban muy pegadas a ese momento, a la moda y a la vanguardia. Burlarnos de ellas es un poco como burlarnos de las chaquetas con hombreras de hace 25 años", explica Franco. "Pero la visión de Venturi es una de las últimas que de verdad han tenido sentido", añade Domínguez Uceta. "Fue muy moderno en el mejor sentido: ese usar la cultura para crear, coger cosas de la historia, componer como el que hace collages...". Le abrió puertas al campo. Como Las Vegas misma.
Volvamos a la ciudad del pecado. ¿Es sugerente la idea de la ciudad crecida de la nada, hecha de escenografías? "Yo no he estado en Las Vegas, pero lo relaciono con el gran ejemplo de ciudad efímera y espontánea que se me ocurre, que es el Burning Man", explica Arturo Franco. "300.000 personas se juntan en el desierto y hacen una ciudad sin arquitectura y casi sin materia, que es un poco lo que ocurre en Las Vegas. Eso te hace pensar en el valor de nuestro trabajo". Algo parecido, a la inversa, a la sensación de viajar a Florencia y pensar en lo pesada que debe de ser la carga de la Historia y de la arquitectura para los florentinos. ¿Van por ahí los tiros? "Sí, es lo mismo desde la óptica contraria. Lo que pasa es que muchas veces, estas ciudades están llenas de espacios vacíos que condicionan la manera de relacionarse de las personas. Uno sigue teniendo la ilusión para sus hijos de que estudien en París o en Florencia, no en Las Vegas, en la creencia de que, por ósmosis, la arquitectura puede transmitir algo noble, sin dar lecciones magistrales".
"Yo sí he estado en Las Vegas", termina Domínguez Uceta. "Y en Atlantic City y en las ciudades casino de Asia. El fenómeno es muy interesante: las ciudades hechas para vivir en ellas de noche, el juego entre realidad e imagen... Otra cosa es que la arquitectura sea casi siempre deplorable, por más arquitectos de firma que contraten. El encanto que podemos ver al Barrio Rojo de Amsterdam no tiene nada que ver por un problema de escala. El Barrio Rojo es pequeño y en él, los significados se mezclan, que es lo que tienen de bueno las ciudades. Uno está dando un paseo por el centro de la ciudad, tan culta y tan bonita, y de pronto, se encuentra con una prostituta en un escaparate. Es una imagen más, no es la imagen dominante".
'Las Vegas on the bar', de Lisette Model (1949). | Fundación Mapfre

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